Los Elegidos entraron en una sala con forma de estrella de seis puntas.
En el suelo había dibujada una estrella:
-¡Es un símbolo mágico!- exclamó Shadak-Uhr.- ¡Vamos, poneos en el centro!
A regañadientes y observando desconfiados, los Elegidos se pusieron en el centro de la sala. Shadak-Uhr se sentó justo en el centro y comenzó a hablar en el idioma de la magia.
No ocurría nada.
De repente, los trazos del dibujo comenzaron a expulsar una luz roja y a prolongarse hacia arriba, Shadak-Uhr, con los ojos cerrados para concentrarse, comenzó a levitar. Los demás se miraron unos a otros inquietos. Ellos también comenzaron a levitar. El único tranquilo era Shulliandlir. El resto estaba espantado. Hubo un fogonazo de luz y aparecieron en otra sala en la que había el mismo dibujo en el suelo pero el lugar era diferente.
-Hemos llegado- dijo Shadak-Uhr.
El resto miraba impresionado la sala en la que se encontraban, estaba hecha siguiendo el mismo modelo que la anterior, pero en el aire revoloteaban fuegos fatuos y había una luz como la que había aparecido cuando los dioses les habían hablado. Al final de la sala había un pasillo que conducía a la siguiente.
-En marcha. –dijo alegremente Shulliandlir echando a andar.
Shadak-Uhr, al ver que los demás no se movían exclamó:
-¡Vamos, habéis defendido una aldea y capturado a un peligroso secuestrador, y ahora os asusta caminar por un templo!
-Por lo menos sabíamos a lo que nos enfrentábamos- gruñó Glomli.
-¿Queréis vencer a los Hezshrak o no?- preguntó Shulliandlir.
Esto pareció convencerles, ya que echaron a andar aunque mirando a todos lados desconfiados.
La siguiente sala era circular y tenía una gruesa columna en el centro. La columna y la pared tenían unas curiosas hendiduras circulares. Entraron en la habitación y se escuchó un chasquido y el chirrido de engranajes poniéndose en marcha.
-¡Al suelo! –gritó Glomli, que sabía ingeniería y conocía el ruido de una trampa al ponerse en marcha.
Todos se tiraron al suelo y numerosos dardos comenzaron a salir por los orificios de las paredes y la columna. Los dardos salían sin cesar, un poco más adelante los dardos también pasaban por la altura a la que estaban ellos, por tanto no podían seguir arrastrándose.
-Bien, -dijo Shadak-Uhr- Puedo hacer un conjuro protector que hará que los dardos no os atraviesen, pero con este ruido no puedo concentrarme lo suficiente para incluirme a mí en el escudo.
-Pero no puedes quedarte aquí –protestó Shulliandlir.
-Probablemente cuando Izindriel recoja el arma la trampa se desactive.
-Aún así… -comenzó a decir Romdrin.
-¡No hay otra opción! –gritó Shadak-Uhr exasperado.
Comenzó a formular el hechizo. Al acabar una especie de halo cubría a los Elegidos menos a él.
-¡Corred!- exclamó- Y daos prisa, no se está muy cómodo tirado en la piedra.
Salieron corriendo y observaron impresionados como los dardos en vez de tocarlos se desviaban chocando con la pared.
Llegaron a la siguiente sala. Unos instantes más tarde el hechizo se desvanecía. Se encontraban en una sala que eran más bien una prolongación del pasillo por el que habían venido pero que se ensanchaba un poco y unas columnas sostenían el techo, éstas se encontraban donde antes estaba la pared del corredor.
Los Elegidos caminaban cautelosamente por el centro de la sala en dirección a la otra salida y, al llegar a la mitad, unos soldados transparentes saltaron de detrás de las columnas y uno golpeó la cabeza de Romdrin con la empuñadura de su espada dejándolo inconsciente.
-Somos los Guardianes de Amanriel- dijo uno de los soldados con voz espectral- Retroceded o preparaos para luchar.
Rápidamente todos sacaron sus armas y rodearon al inconsciente Romdrin mirando desafiantes a los espectros.
-Así sea –dijo otro Guardián.
Varios se pertrecharon tras las columnas sacando arcos mientras que otros sacaban espadas y se dirigían hacia los amigos.
-Rápido, tras las columnas- ordenó Shulliandlir reaccionando.
Él y Glomli cogieron a Romdrin mientras Izindriel cubría su retirada disparando contra los Guardianes, uno cayó abatido por la flecha y el otro se apresuró a esconderse tras las columnas.
Shulliandlir y Glomli depositaron el cuerpo de Romdrin recostado contra una columna y se colocaron detrás de otras para evitar los disparos de sus enemigos. Izindriel devolvía los disparos.
-¡Izindriel!- le gritó Glomli.- Cuando ellos ataquen, tú corre hasta la siguiente sala, nosotros nos ocuparemos de Romdrin. Recuerda lo que dijo Shadak-Uhr: “Las trampas se desactivarán cuando consigas el Arma.”
Izindriel asintió aunque le dolía dejar a sus amigos contra unos espectros.
Los espectros se lanzaron al ataque e Izindriel salió corriendo tan rápido como le permitían sus piernas.
Cuando se alejó de la sala se encontró en el mismo pasillo que comunicaba el resto de habitaciones. Se apoyó en la pared a recuperar el aliento, luego siguió corriendo hasta la abertura que se veía al final del pasillo.
Había una inscripción encima de la abertura escrita en élfico:
“Solo los que están dispuestos a arriesgarlo todo pueden asir Amanriel.”
Preguntándose que querría decir eso Izindriel entró en la sala. Lo que encontró la dejó sin aliento.
A su izquierda estaba su familia acorralada contra la pared por unos guerreros espectrales que iban a matarlos. A la derecha, sobre un pedestal en el que se leía Amanriel, estaba el arma más perfecta que Izindriel hubiera visto nunca. Era un arco que estaba hecho de lo que parecía mármol, pero parecía muy ligero. En las puntas estaba decorado con hojas hechas de esmeralda. La cuerda era tan fina que casi no se veía. También había un carcaj que contenía dos flechas de pluma dorada y una transparente. Era cuadrado y estaba hecho del mismo material que el arco.
Uno de los espectros se giró hacia ella y la traspasó con su gélida mirada diciendo:
-Elige, o tu familia o Cerdriander.
Entonces una puerta de piedra comenzó a bajar lentamente tapando el Arma del Destino. Izindriel decidió disparar a los espectros mientras corría hacia Amanriel, pero comprobó horrorizada que no tenía flechas y, si intentaba matar a los espectros con su espada, perdería el Arma del Destino. Se dio cuenta de que si salvaba a su familia sería solo temporal, ya que luego morirían a manos de los Hezshrak, aparte de otras muchas familias.
Llorando de frustración le dijo a su familia:
-Lo siento.
Entonces supo el significado de la frase escrita en la entrada. Hecho a correr y asió Amanriel colgándose el reluciente carcaj en el hombro. La puerta de piedra se paró. En ese instante supo como usar el arma. Supo que las flechas del carcaj nunca se acababan y que la flecha transparente al ser lanzada podía ver como si ella fuera la flecha. Se dispuso a disparar a los espectros y comprobó estupefacta que su familia ya no estaba.
-Era una ilusión- le explicó un espectro- Has superado la prueba.
Dicho esto el y su compañero se desvanecieron.
La Elfa corrió preocupada pero a la vez feliz hasta la sala donde dejó a sus amigos batallando y los encontró envainando las armas y mirando extrañados a donde sus enemigos habían estado hace un momento.
-Se han desvanecido- murmuraba Glomli cuando vio a Izindriel. Éste se quedo impresionado por la calidad del Arma del Destino para luego exclamar emocionado:
-¡Lo has conseguido!
Romdrin que se estaba levantando también vio a Izindriel y corrió a abrazarla. Shulliandlir también se acercó corriendo y todos comenzaron a reír y felicitar a Izindriel. Luego se acordaron de Shadak-Uhr y fueron corriendo a la siguiente sala y lo encontraron sacudiéndose el polvo.
-Ya era hora- dijo intentando aparentar un tono gruñón. Pero no pudo evitar reírse y, seguidamente, también abrazó a Izindriel sonriendo feliz.
Juntos volvieron a usar el símbolo mágico y salieron del Templo. La luz del sol los deslumbró y un ciudadano que acababa de doblar la esquina miró extrañado al pintoresco grupo y continuó su camino.
Esa noche todos se olvidaron de sus preocupaciones y responsabilidades y celebraron el haber conseguido Amanriel hasta altas horas de la noche en la posada. Esa noche durmieron sin hacer turnos de guardia y fue la primera vez que descansaron tranquilos.
A la mañana siguiente decidieron ir a Omendal a por Paantrio, el Arma del Destino de Shadak-Uhr. Tras pagar la posada, comprar provisiones y recoger sus cosas se echaron al camino.
Capítulo 6: Amanriel
lunes, 24 de agosto de 2009
Publicado por L.L.V en 15:58
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5 comentarios:
Hola!! Ahora estoy con un poco más de tiempo... :-) Realmente me gustó este capítulo, tiene algunos errores de repetición, pero nada que no se arregle releyendo (tampoco te apures a eso, quizá sea más sano para tu historia que descansen los capítulos un tiempo y luego los releas). En fin, no hay otro tipo de errores así que estoy feliz (lo digo como si fuera profesora, es muy patético de mi parte, perdón). Sigue así que vas bien, felicitaciones y suerte... Ya están por comenzar las clases no? Bueno, mucha suerte con eso y espero que empieces bien... Saludos... Lore_92
Gracias por desearme suerte, empiezo un curso que todos califican de dificil. Pero espero empezar con buen pie. Respecto a los de los fallos me parece genial que solo haya esos errores de repetición, y eso que corregí varios. Me alegro de que tengas más tiempo. Respecto a las clases las comienzo el 20 de setiembre (o septiembre, jeje) más o menos.
Saludos
Jaja, nada es tan fácil o tan difícil como se dice... Espero que la frase sirva de algo... en fin aún te falta tiempo, tú empiezas y yo entro en vacaciones (de una semana, pero igual que ganas que tengo de que lleguen)... Saludos...
Tú tienes ganas de que llegue esa fecha, pero yo (me refiero a la mía) desearía que nunca llegara :P
Hola Lois! Espero que esté todo bien, seguramente no has tenido tiempo para escribir y por eso no has continuado con el blog, aunque debo admitir que me preocupó un poco… Pero claro debes de estar viviendo tus últimos días de vacaciones con todo (expresión que utilizamos para referirnos a que le ponemos toda la energía a una situación)… Bien espero que sea sólo eso… Saludos… Lore_92
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