Capítulo 7: El jinete blanco. Mercenarios

lunes, 31 de agosto de 2009

Un jinete, que iba cubierto por una capa y una capucha blancas y portaba una lanza con un estandarte de un unicornio blanco relinchando, montado sobre su montura, un unicornio blanco, se abría paso en Fronteriza para llegar a la plaza central. La gente se apartaba a su paso en las calles no muy bien adoquinadas de la ciudad. Cuando llegó, se situó en el centro y, con una voz amplificada por un hechizo comenzó a hablar:
-He venido a Fronteriza para avisar a todos los mercenarios y soldados que aquí se hospedan o viven de que estoy reclutando gente para formar un ejército de resistencia bajo el estandarte del Jinete Blanco ya que varias ciudades ya han sido tomadas y es hora de actuar. Todos los que se quieran unir que se acerquen. Vuestros hogares están en juego.

Los Elegidos caminaban por una arboleda en dirección al Pantano del límite.
Ya lo veían aparecer en el horizonte. Los compañeros estaban preocupados por su escasez de dinero y decidieron que harían una pausa en su viaje hacia Orundlur en Ohrzul para trabajar de mercenarios durante un tiempo. Shadak-Uhr y Shulliandlir hablaban emocionados por la vuelta al reino donde Shadak-Uhr había nacido. Glomli explicaba a Romdrin e Izindriel como sus ancestros habían tallado una ciudad en una montaña. El viaje por el boscoso y montañoso reino de los Elfos estaba resultando agradable. El haber conseguido un Arma del Destino había levantado los ánimos del pintoresco grupo.
El viaje de una semana transcurrió sin problemas hasta llegar al único camino que cruzaba el Pantano del Límite. Los compañeros se apresuraron a esconder ya que vieron la bandera Hezshrak ondeando en el conjunto de casas que se encontraban en el camino.
-¿Cómo pasaremos?- preguntó Shulliandlir
-E aquí nuestro pasaporte para atravesar el Pantano y evitarnos muchas molestias. –respondió Romdrin mirando a diez Hezshrak que salían de las casas por el camino en el que ellos se hallaban escondidos. Como no se esperaban ningún ataque no llevaban defensas mágicas, por lo que un sencillo hechizo de sueño de Shadak-Uhr bastó para dejarlos fuera de combate. Se vistieron con sus trajes, adaptados por un nuevo conjuro de Shadak-Uhr a sus tallas, excepto Glomli y Romdrin, que hicieron de prisioneros, y se encaminaron hacia el conjunto de casas del camino. Eran unas destartaladas casas hechas de madera que se apiñaban de manera desordenada en el camino. El camino estaba hecho en su mayoría por puentes sólidamente construidos. El resto del camino era una simple senda de tierra. Usaron las capuchas que incluían los uniformes del traje para taparse la cabeza y se acercaron al puesto fronterizo.
-¿Por qué habéis vuelto? –preguntó un Hezshrak desconfiado en su idioma. Por suerte habían pensado en eso y la magia de Shadak-Uhr había obrado un milagro, todas las lenguas que escucharan sonaría en un idioma que ellos entenderían.
-Hemos encontrado a estos dos deambulando por el camino y hemos pensado que podrían ser peligrosos. Hemos de llevarlos al interior del Pantano para deshacernos de ellos.- respondió Shulliandlir.
Por suerte, los trajes que habían robado eran de mayor rango que los de esos soldados, por lo que no tuvieron más remedio que dejarles pasar. Se alejaron rápidamente del lugar, se cambiaron y comenzaron la travesía a través del brumoso pantano.
Todos caminaban lo más deprisa que podían, temerosos de que los persiguieran. El viaje transcurría sin problemas hasta que Glomli se hundió en el fango. Con ayuda de una cuerda estaban consiguiendo sacarlo cuando Shulliandlir dijo:
-Se acercan Hezshrak.
Maldiciendo, todos se apresuraron a sacar a Glomli. Cuando lo consiguieron fue demasiado tarde, apenas se puso en pie cuando se encontraron rodeados de Hezshrak. Se disponían a deponer las armas cuando varias flechas surgieron de la espesura matando a varios Hezshrak, aprovechando su oportunidad los Elegidos comenzaron a luchar con fiereza, acabando rápidamente con el grupo de Hezshrak. Tres figuras surgieron de la maleza. Eran un Orco, un Humano y un Elfo Oscuro. El Humano les explicó:
-Cualquiera que tenga a los Hezshrak como enemigo es nuestro amigo. Por cierto, me llamo Cairlin. Éstos con Shallan y Paaltril.
Los Elegidos también se presentaron. Izindriel dijo:
-Nos dirigimos a Ohrzul buscando un trabajo de mercenarios.
-Pues estáis de suerte, nosotros volvíamos de espiar a los Hezshrak que controlan el paso por los Pantanos cuando os vimos. Vamos a atacarles para poder continuar con las rutas comerciales. –explicó Cairlin- Además pagan bien a los que ayuden.
Los compañeros decidieron participar en el ataque, y todos se encaminaron a Ohrzul, que era donde estaba el resto de mercenarios para el ataque. En el viaje Cairlin, acordándose de lo que había oído exclamó:
-¡Vosotros sois los Elegidos, la descripción encaja!
El grupo, mirándose impresionado por que la noticia se hubiera extendido tan rápido decidieron confiar en Cairlin y le explicaron su historia.
-Nosotros, los que vamos a atacar a los Hezshrak,- informó Shallan- somos la Resistencia, un grupo de soldados dirigidos por varios nobles que nos pagan a fin de ayudarles en su causa por evitar que los Hezshrak entren en la parte sur de Cerdriander y, a poder ser, proporcionar ayuda a la parte norte.
El grupo, contento por saber que la gente comenzaba a reaccionar, pronto entabló amistad con sus salvadores. El resto del viaje a Ohrzul transcurrió sin incidentes.
Llegaron a una ciudad preparada para la guerra, millares de soldados corrían por las calles llevando armas o provisiones. Pocos habitantes se veían, ya que la mayoría o se había confinado en habitaciones secretas, o se había marchado de la ciudad. Ya que se sabía lo del camino del Pantano e intuían que pronto serían atacados. Las casas, hechas de roca con arquitectura orca, parecían sólidas para resistir un ataque. La arquitectura orca consistía en conseguir una roca del tamaño que se quisiera obtener y tallarla hasta darle la forma adecuada. Luego, mediante magia, se asentaban en el suelo.
Los elegidos se encaminaron a lo que parecía ser un palacio. Dos guardias custodiaban la entrada. Entraron en una amplia sala que no tenía columnas, ya que al ser una sola roca tallada no necesitaba soporte. Un Orco con aspecto de importante se les acercó:
-Bienvenidos a mi palacete, iré al grano, ¿queréis uniros al ataque contra el camino del Pantano?
Los amigos le explicaron quienes eran y su situación financiera.
-Los Elegidos- murmuró para sí impresionado el noble, luego en voz alta les dijo- aquí, en Ohrzul, tenemos nuestra base la Resistencia, un grupo de soldados que apoyamos a los Elegidos y… Ah, ya os lo han explicado.
Cairlin, Shallan y Paaltril presentaron su informe diciendo que habría aproximadamente un centenar de Hezshrak.
-Nosotros solo contamos un cuarenta hombres, ya que la noticia de la Resistencia aún no se ha extendido- explicó el noble- Pero tendremos que conformarnos. Debemos darnos prisa, ya que pronto los Hezshrak cruzarán el camino. Si conseguimos expulsarles del paso y hacer una fortificación allí habremos impedido que asolen el Omendal.
Tímidamente, Romdrin se acercó ha la mesa donde estaban los planos y le dijo al noble:
-Fui un comandante militar, y creo que tengo una idea de cómo realizar el ataque.
-Adelante- le animó amablemente el noble- Exponnos tu idea.
-Bien, -empezó Romdrin- es sencillo, por lo que he visto, donde se encuentran los Hezshrak son un grupo de casas apiñadas alrededor de un solo camino rodeadas de árboles. Podríais enviar a vuestros arqueros por la noche a los árboles armados con flechas ardiendo y disparar a las casas para que los Hezshrak se vean obligados a salir y no poder pertrecharse en las casas. Luego, los guerreros nos colocaríamos en el camino que va hacia Omendal obligándoles a retirarse hacia el Reino de los Elfos dado las continuas lluvias de flechas de los arqueros apostados en la arboleda.
El noble, impresionado por la inteligencia del Humano, dijo:
-Es un buen plan, será llevado acabo.

Romdrin, Glomli, Shadak-Uhr y Shulliandlir avanzaban por el camino hacia las casas donde casi habían sido atrapados por los Hezshrak, se movían en la noche, tan silenciosos como podían serlo treinta hombres. Después de una semana de viaje ya estaban llegando. Diez arqueros se habían adelantado para colocarse en sus posiciones, entre ellos Izindriel. Los pensamientos de los guerreros Elegidos volaban hasta su amiga, éstos estaban preocupados por su seguridad, pero Izindriel estaba mucho más preocupada, ya que ella prácticamente no corría peligro porque no lucharía cuerpo a cuerpo. Llegaron a su destino una hora más tarde. Silenciosamente se colocaron en sus puestos y vieron a los guardias, que deberían estar donde ellos se encontraban, atravesados por flechas. Se prepararon y lanzaron una saeta ardiendo a una casa, era la señal. De los árboles comenzaron a salir flechas ardientes que se clavaron en los tejados de las casas. Pronto comenzaron a salir Hezshrak colocándose la armadura o desenvainando espadas. Al ver el panorama, los Hezshrak intentaron agruparse, pero era muy difícil bajo una lluvia de flechas. Al final, una veintena se lanzaron hacia los guerreros mientras el resto intentaba huir por el otro lado, pocos escaparon. Los que se lanzaron a por los soldados fueron aniquilados. Romdrin fue el único Elegido que se enfrentó a uno, ya que las flechas y los soldados hicieron el resto. El combate no fue muy duro. El Hezshrak se lanzó hacia el lanzándole numerosas estocadas que Romdrin detenía con su espada con giros de muñeca. Cuando vio una oportunidad le lanzó una patada en el estómago a su enemigo, que se dobló de dolor, y entonces Romdrin le atravesó la espalda.

Los siguientes días fueron bastante felices, aunque todos tuvieron que trabajar con ahínco para fortificar el camino. Todos los soldados tenían esperanzas renovadas ya que todos los recelos a creer en los Elegidos habían desaparecido al conocerlos y ver a Amanriel. Dos días después del ataque llegaron los altos cargos con provisiones y soldados.
El noble que dirigía la resistencia les propuso:
-Hemos pensado enviaros una escolta. Y una persona se ha ofrecido, Cairlin. Os acompañará en vuestro viaje por los reinos. Es un experto cazador y un gran guerrero.
Nadie se opuso a que el hombretón los acompañara. Así, tres días más tarde, con provisiones y armamento nuevo, los Elegidos y Cairlin se echaron al camino.

Capítulo 6: Amanriel

lunes, 24 de agosto de 2009

Los Elegidos entraron en una sala con forma de estrella de seis puntas.
En el suelo había dibujada una estrella:


-¡Es un símbolo mágico!- exclamó Shadak-Uhr.- ¡Vamos, poneos en el centro!
A regañadientes y observando desconfiados, los Elegidos se pusieron en el centro de la sala. Shadak-Uhr se sentó justo en el centro y comenzó a hablar en el idioma de la magia.
No ocurría nada.
De repente, los trazos del dibujo comenzaron a expulsar una luz roja y a prolongarse hacia arriba, Shadak-Uhr, con los ojos cerrados para concentrarse, comenzó a levitar. Los demás se miraron unos a otros inquietos. Ellos también comenzaron a levitar. El único tranquilo era Shulliandlir. El resto estaba espantado. Hubo un fogonazo de luz y aparecieron en otra sala en la que había el mismo dibujo en el suelo pero el lugar era diferente.
-Hemos llegado- dijo Shadak-Uhr.
El resto miraba impresionado la sala en la que se encontraban, estaba hecha siguiendo el mismo modelo que la anterior, pero en el aire revoloteaban fuegos fatuos y había una luz como la que había aparecido cuando los dioses les habían hablado. Al final de la sala había un pasillo que conducía a la siguiente.
-En marcha. –dijo alegremente Shulliandlir echando a andar.
Shadak-Uhr, al ver que los demás no se movían exclamó:
-¡Vamos, habéis defendido una aldea y capturado a un peligroso secuestrador, y ahora os asusta caminar por un templo!
-Por lo menos sabíamos a lo que nos enfrentábamos- gruñó Glomli.
-¿Queréis vencer a los Hezshrak o no?- preguntó Shulliandlir.
Esto pareció convencerles, ya que echaron a andar aunque mirando a todos lados desconfiados.
La siguiente sala era circular y tenía una gruesa columna en el centro. La columna y la pared tenían unas curiosas hendiduras circulares. Entraron en la habitación y se escuchó un chasquido y el chirrido de engranajes poniéndose en marcha.
-¡Al suelo! –gritó Glomli, que sabía ingeniería y conocía el ruido de una trampa al ponerse en marcha.
Todos se tiraron al suelo y numerosos dardos comenzaron a salir por los orificios de las paredes y la columna. Los dardos salían sin cesar, un poco más adelante los dardos también pasaban por la altura a la que estaban ellos, por tanto no podían seguir arrastrándose.
-Bien, -dijo Shadak-Uhr- Puedo hacer un conjuro protector que hará que los dardos no os atraviesen, pero con este ruido no puedo concentrarme lo suficiente para incluirme a mí en el escudo.
-Pero no puedes quedarte aquí –protestó Shulliandlir.
-Probablemente cuando Izindriel recoja el arma la trampa se desactive.
-Aún así… -comenzó a decir Romdrin.
-¡No hay otra opción! –gritó Shadak-Uhr exasperado.
Comenzó a formular el hechizo. Al acabar una especie de halo cubría a los Elegidos menos a él.
-¡Corred!- exclamó- Y daos prisa, no se está muy cómodo tirado en la piedra.
Salieron corriendo y observaron impresionados como los dardos en vez de tocarlos se desviaban chocando con la pared.
Llegaron a la siguiente sala. Unos instantes más tarde el hechizo se desvanecía. Se encontraban en una sala que eran más bien una prolongación del pasillo por el que habían venido pero que se ensanchaba un poco y unas columnas sostenían el techo, éstas se encontraban donde antes estaba la pared del corredor.
Los Elegidos caminaban cautelosamente por el centro de la sala en dirección a la otra salida y, al llegar a la mitad, unos soldados transparentes saltaron de detrás de las columnas y uno golpeó la cabeza de Romdrin con la empuñadura de su espada dejándolo inconsciente.
-Somos los Guardianes de Amanriel- dijo uno de los soldados con voz espectral- Retroceded o preparaos para luchar.
Rápidamente todos sacaron sus armas y rodearon al inconsciente Romdrin mirando desafiantes a los espectros.
-Así sea –dijo otro Guardián.
Varios se pertrecharon tras las columnas sacando arcos mientras que otros sacaban espadas y se dirigían hacia los amigos.
-Rápido, tras las columnas- ordenó Shulliandlir reaccionando.
Él y Glomli cogieron a Romdrin mientras Izindriel cubría su retirada disparando contra los Guardianes, uno cayó abatido por la flecha y el otro se apresuró a esconderse tras las columnas.
Shulliandlir y Glomli depositaron el cuerpo de Romdrin recostado contra una columna y se colocaron detrás de otras para evitar los disparos de sus enemigos. Izindriel devolvía los disparos.
-¡Izindriel!- le gritó Glomli.- Cuando ellos ataquen, tú corre hasta la siguiente sala, nosotros nos ocuparemos de Romdrin. Recuerda lo que dijo Shadak-Uhr: “Las trampas se desactivarán cuando consigas el Arma.”
Izindriel asintió aunque le dolía dejar a sus amigos contra unos espectros.
Los espectros se lanzaron al ataque e Izindriel salió corriendo tan rápido como le permitían sus piernas.
Cuando se alejó de la sala se encontró en el mismo pasillo que comunicaba el resto de habitaciones. Se apoyó en la pared a recuperar el aliento, luego siguió corriendo hasta la abertura que se veía al final del pasillo.
Había una inscripción encima de la abertura escrita en élfico:
“Solo los que están dispuestos a arriesgarlo todo pueden asir Amanriel.”
Preguntándose que querría decir eso Izindriel entró en la sala. Lo que encontró la dejó sin aliento.
A su izquierda estaba su familia acorralada contra la pared por unos guerreros espectrales que iban a matarlos. A la derecha, sobre un pedestal en el que se leía Amanriel, estaba el arma más perfecta que Izindriel hubiera visto nunca. Era un arco que estaba hecho de lo que parecía mármol, pero parecía muy ligero. En las puntas estaba decorado con hojas hechas de esmeralda. La cuerda era tan fina que casi no se veía. También había un carcaj que contenía dos flechas de pluma dorada y una transparente. Era cuadrado y estaba hecho del mismo material que el arco.
Uno de los espectros se giró hacia ella y la traspasó con su gélida mirada diciendo:
-Elige, o tu familia o Cerdriander.
Entonces una puerta de piedra comenzó a bajar lentamente tapando el Arma del Destino. Izindriel decidió disparar a los espectros mientras corría hacia Amanriel, pero comprobó horrorizada que no tenía flechas y, si intentaba matar a los espectros con su espada, perdería el Arma del Destino. Se dio cuenta de que si salvaba a su familia sería solo temporal, ya que luego morirían a manos de los Hezshrak, aparte de otras muchas familias.
Llorando de frustración le dijo a su familia:
-Lo siento.
Entonces supo el significado de la frase escrita en la entrada. Hecho a correr y asió Amanriel colgándose el reluciente carcaj en el hombro. La puerta de piedra se paró. En ese instante supo como usar el arma. Supo que las flechas del carcaj nunca se acababan y que la flecha transparente al ser lanzada podía ver como si ella fuera la flecha. Se dispuso a disparar a los espectros y comprobó estupefacta que su familia ya no estaba.
-Era una ilusión- le explicó un espectro- Has superado la prueba.
Dicho esto el y su compañero se desvanecieron.
La Elfa corrió preocupada pero a la vez feliz hasta la sala donde dejó a sus amigos batallando y los encontró envainando las armas y mirando extrañados a donde sus enemigos habían estado hace un momento.
-Se han desvanecido- murmuraba Glomli cuando vio a Izindriel. Éste se quedo impresionado por la calidad del Arma del Destino para luego exclamar emocionado:
-¡Lo has conseguido!
Romdrin que se estaba levantando también vio a Izindriel y corrió a abrazarla. Shulliandlir también se acercó corriendo y todos comenzaron a reír y felicitar a Izindriel. Luego se acordaron de Shadak-Uhr y fueron corriendo a la siguiente sala y lo encontraron sacudiéndose el polvo.
-Ya era hora- dijo intentando aparentar un tono gruñón. Pero no pudo evitar reírse y, seguidamente, también abrazó a Izindriel sonriendo feliz.
Juntos volvieron a usar el símbolo mágico y salieron del Templo. La luz del sol los deslumbró y un ciudadano que acababa de doblar la esquina miró extrañado al pintoresco grupo y continuó su camino.
Esa noche todos se olvidaron de sus preocupaciones y responsabilidades y celebraron el haber conseguido Amanriel hasta altas horas de la noche en la posada. Esa noche durmieron sin hacer turnos de guardia y fue la primera vez que descansaron tranquilos.
A la mañana siguiente decidieron ir a Omendal a por Paantrio, el Arma del Destino de Shadak-Uhr. Tras pagar la posada, comprar provisiones y recoger sus cosas se echaron al camino.

Capítulo 5: El Coliseo. Elvéniador.

sábado, 22 de agosto de 2009

Tras pasar dos días en un calabozo, Shulliandlir y Shadak-Uhr eran transportados en un carro conducido por Neriador y su banda.
Los compañeros charlaban tranquilamente, eso frustraba a Neriador, ya que él nunca había secuestrado a experimentados mercenarios y sus víctimas siempre iban aterrorizadas.
-Tenéis dos opciones: O luchar por separado en el Coliseo o juntos.
Los amigos, intercambiando una mirada de complicidad dijeron a la vez:
-Juntos.
-Muy bien- les respondió Neriador- entonces la primera ronda será contra dos oponentes, luego contra tres y por último contra cuatro. Vosotros lucharéis con lo que lleváis encima, vuestros rivales, hombres de mi banda, elegirán sus armas. Las rondas serán seguidas, no habrá descanso, si vencéis liberaré a vuestro amigo.
-¿Y si no?- preguntó amenazadoramente Shulliandlir.
-Seréis ejecutados.
El resto del viaje Shulliandlir y Shadak-Uhr hicieron que dormían mientras hablaban por la red mágica que Shadak-Uhr había tejido. Trazaban planes sobre como huir, ya que sabían que Neriador no les devolvería a su amigo.
Al final acordaron que al acabar la lucha con un hechizo Shadak-Uhr teletransportaría a Neriador junto a ellos y lo usarían como rehén para escapar con Glomli.
Llegaron al coliseo.
Era un círculo rodeado de gradas toscamente hechas con madera, en ellas había sentada gente de muchas razas, probablemente bandidos. Estaba situado en un claro del bosque de Imin. Había dos puertas que daban al círculo, encima de una de ellas había un palco en el que se sentaba Neriador.
Mientras el subía allí, Shulliandlir y Shadak-Uhr fueron colocados en una de las puertas y Neriador comenzó a hablar:
-Queridos compañeros. Estas personas quieren liberar a su amigo, por tanto han de pasar una prueba, y he elegido la prueba del Coliseo. Como ya sabéis en que consiste daremos comienzo a la actuación.
La puerta se abrió y los compañeros entraron.

Romdrin e Izindriel continuaban por el camino en lo que sería la última jornada de viaje. Después de la defensa de la aldea, los compañeros habían pasado dos días sin casi hablar, pero el tercer día de viaje que era el último había amanecido soleado y había levantado los ánimos de los Elegidos.
Charlaban animadamente y reían con el sol brillando sobre sus cabezas, al mediodía avistaron los grandes edificios que caracterizaban a Elvéniador.
Después de comer continuaron caminando y llegaron media hora más tarde. Al entrar en la ciudad vieron una gran cantidad de arqueros en las murallas.
Mientras caminaban por las calles de Elvéniador observaron la urbe. Era una ciudad fortificada, con unas imponentes murallas y calles empedradas las casas eran de piedra, excepto las más pobres que eran de madera. Poca gente caminaba por la ciudad. Algunas cargaban con fardos que probablemente serían sus pertenencias. Lo que más se veía eran soldados.
-¿Cómo crees que les irá a Shulliandlir y Shadak-Uhr?- preguntó Romdrin
-Se les veía unos experimentados guerreros y grandes amigos. Yo creo que bien.

Lo que no podían saber es que en esos momentos sus amigos estaban en una lucha a muerte por salvar a Glomli.
El mago y el guerrero, que eran sus primeros contrincantes, acababan de aparecer.
El guerrero era un Humano de aspecto amenazador que con una mano habría podido estrujar a Shulliandlir, iba armado con una espada a dos manos, una daga y llevaba colgado en la espalda un escudo. El mago era otro Humano flacucho armado con una daga y un arco
Mirándose antes del ataque Shulliandlir preguntó:
-¿Listo?
-Listo- le respondió Shadak-Uhr. Acto seguido comenzó a murmurar palabras mágicas luchando contra el mago.
El guerrero enemigo se lanzó al ataque dirigiéndose hacia Shulliandlir. Cuando llegó hasta él ya no estaba, luego escuchó una voz susurrándole al oído:
-Podría matarte de muchas maneras…
El guerrero lanzó un codazo hacia atrás, pero solo golpeó aire.
Luego volvió a escuchar la voz a su derecha:
-Podría hacerte sufrir…
El guerrero bandido, desesperado, lanzó una estocada hacia la derecha y solo atravesó aire.
-Aunque prefiero no hacerlo- completó la voz a su izquierda.
Fue lo último que escuchó ya que se desplomó con la garganta degollada.
Shulliandlir estaba detrás de él con una daga que goteaba sangre.
Solo un Elfo Oscuro experimentado podía vencer a Shulliandlir.
Mientras, Shadak-Uhr había estado intentando romper las defensas mágicas del mago y, al conseguirlo, le lanzó un rayo que lo fulminó.
-¿Qué tal te ha i…?- Shadak-Uhr no pudo completar la frase porque Shulliandlir lo tiró al suelo. En ese momento una flecha pasó por donde había estado la cabeza de Shadak-Uhr.
Shulliandlir vio a un arquero Elfo Oscuro, un Orco guerrero y un Elfo mago en la puerta por la que debían salir sus contrincantes.
El Elegido le lanzó una furiosa mirada a Neriador, que se encogió de hombros y dijo:
-Dije que no habría descanso.

Izindriel y Romdrin entraron en la posada El Barco de Imuldis. Al entrar se encontraron en una sala llena de mesas donde la gente comía y bebía, el sitio estaba decorado con objetos del mar, desde redes de pesca hasta un timón.
Entraron y se dirigieron al posadero:
-Querríamos cuatro habitaciones.
-¿Por qué cuatro, si solo son dos?- preguntó extrañado Imuldis, pues ese era el nombre del posadero.
-Esperamos a unos amigos- le contesto Romdrin.
-Muy bien.
Estuvieron un rato charlando con Imuldis y bebieron un poco. Luego salieron a dar un paseo.
-Es una bonita ciudad- comentaba Romdrin.
-Además tiene unas sólidas murallas- añadió Izindriel.
De repente Romdrin se paró en seco mirando extrañado un lugar donde la muralla se ensanchaba la muralla.
-¿Qué ocurre?- se extrañó Izindriel.
-Mira estas inscripciones que hay en la muralla- le respondió Romdrin- Parece… ¡Parece el Idioma Antiguo!

Tras incorporarse Shadak-Uhr se preparó para luchar contra el mago pero una flecha le hizo tirarse al suelo.
-No puedo enfrentarme al mago con una maldita lluvia de flechas- dijo Shadak-Uhr.
-Bien, puedo intentar esquivar al guerrero y matar al arquero. Entonces si podrás.
-¡Así quedarás encerrado!- exclamó Shadak-Uhr
-¿Ves otra opción?- preguntó Shulliandlir con una sonrisa.
Antes de que contestara se lanzó corriendo con una velocidad que caracterizaba a los Elfos Oscuros y se encaró con el guerrero, que ya estaba en el centro del círculo, sin dejar de correr. Dio un salto y cayó agazapado para saltar con la potencia que su carrera le había proporcionado derribando al guerrero. Luego siguió corriendo hacia el arquero, que había disparado otra flecha hacia Shadak-Uhr sin éxito. El mago enemigo lanzó una bola de fuego contra Shulliandlir. Que continuó sin que la bola le tocara gracias a los escudos mágicos de Shadak-Uhr. Shulliandlir llegó hasta el arquero y le atravesó con su daga, ya que éste solo le había dado tiempo a tirar el arco para desenvainar su espada. Shulliandlir cogió el arco y el carcaj y, cargando una flecha, apuntó con el arco al mago, que perdió la concentración y murió cuando un torrente de agua mágico le cayó encima.
Rápidamente Shulliandlir volvió hasta Shadak-Uhr.
-Buen trabajo- le felicitó el Orco.
-Gracias- respondió sin aliento Shulliandlir.
Shadak-Uhr se dio cuenta de que su amigo tenía una herida en la barriga que sangraba abundantemente.
El Elfo Oscuro, al ver la mirada de su amigo le dijo:
-El guerrero…
Y salieron los rivales de la última ronda.

Izindriel salió corriendo hacia la posada en busca del pergamino que cada Elegido tenía con el abecedario del Idioma Antiguo mientras Romdrin observaba la muralla. Se dio cuenta que encima de las inscripciones había un sol. Las inscripciones eran:



Pasados cinco minutos volvía Izindriel sin aliento con el pergamino en la mano. Tras recuperar un poco el aliento se sentó y comenzó a traducir anotándolo en otro pergamino que traía. El texto rezaba así:
“Cuando el sol esté en lo alto posa tu mano sobre él”
-Mira,- señaló Romdrin- ese debe de ser el sol del que habla la inscripción.
-¡Esto puede ser el lugar donde está Amanriel!- exclamó Izindriel esperanzada.
-Pero debemos esperar por nuestros amigos dos días más antes de entrar- le recordó Romdrin.
-Dentro de dos días, al mediodía, entraremos, con o sin ellos.- juró Izindriel.

Shulliandlir cargó el arco y apuntó con él en horizontal, forma de disparo de los elfos escuros, al grupo formado por un guerrero Humano, un arquero Elfo, y dos magos, un Orco y un Elfo Oscuro.
“Bien- pensó Shulliandlir para hablar con Shadak-Uhr por la red mágica- puedo matar al arquero o a un mago y luego me enfrentaré al guerrero.
“Mata primero al arquero. Creo que podré resistir contra los dos magos- oyó pensar a Shadak-Uhr. Era una sensación extraña escuchar pensamientos de otra persona en tu cabeza.
Shulliandlir esperó a que el Elfo apuntara, ya que se quedó quieto y soltó la cuerda alcanzando a su rival en la cabeza. El guerrero se lanzó hacia él y, desenvainando la espada y una daga se preparó. Shadak-Uhr comenzó a lanzar hechizos como bolas de fuego y rayos contra sus enemigos a la vez que recibía ataques que eran parados por sus defensas mágicas que se iban debilitando.
Shulliandlir y su oponente se miraron midiéndose mutuamente. El primero en atacar fue el Humano que, armado con espada y escudo, lanzó un ataque de derecha a izquierda que Shulliandlir paró con su espada y, poniendo la daga hacia atrás atacó con ella al Humano, que la paró con su escudo. Empujando a Shulliandlir hacia atrás el guerrero lanzó un ataque desde arriba hacia abajo con la intención de partir a Shulliandlir a la mitad, éste consiguió detener el golpe, pero la espada se le resbaló de la mano debido a la debilidad provocada por su herida. Aprovechándose de la momentánea parálisis de su rival, el Humano, esgrimiendo su espada, lanzó un ataque para atravesar a Shulliandlir, éste, recuperándose, saltó hacia atrás, aunque no lo suficientemente rápido para que su contrincante no le inflingiera una herida en el hombro derecho. Shulliandlir cayó al suelo de espalda pensando que todo estaba perdido, pero acordándose de su daga, esperó a que su rival elevara su arma para dar el golpe final, y le lanzó el puñal directo al corazón, el Humano cayó de rodillas y se desplomó a un lado.
Shadak-Uhr, se hallaba en apuros. Sus escudos mágicos no aguantarían más de un hechizo. Con horror vio como sus enemigos comenzaban a invocar bolas de fuego. Cuando alzaron sus manos para lanzarlas uno de ellos cayó abatido por una flecha rompiendo la concentración del otro, así Shadak-Uhr le destruyó tirándole toneladas de roca encima.
Shulliandlir sostenía el arco en la mano cuando se acercó a Shadak-Uhr y le preguntó:
-¿Listo?
-Listo- le respondió éste.
Murmurando unas palabras en el idioma de la magia, Shadak-Uhr señaló a Neriador con la mano y, para asombro de todos los espectadores comenzó éste comenzó a levitar hasta los Elegidos. Rápidamente, Shulliandlir lo agarró y le puso una daga al cuello.
-¡Bien! -gritó- ¡Si queréis que vuestro querido jefe siga con vida, entregadnos al Enano y dadle sus armas!
Neriador, que nunca había estado en una situación como esa, gritó a sus subordinados que trajeran al Enano. Éstos obedecieron, ya que sin su jefe no eran nada.
Glomli fue dejado en el medio del círculo y corrió hasta sus amigos.
-¡Ya era hora! –gruñó el Enano desenfundando su hacha y mirando desafiante a los bandidos.
-¡Ahora, quiero un carro con dos caballos!- añadió Shulliandlir.
-¡Haced lo que dice!- gritó aterrorizado Neriador.
Cuando el carro estuvo listo Shadak-Uhr hizo arder en llamas los demás y se subieron con Neriador incluido.
-Glomli, ¿Serías tan amable de atender a nuestro querido amigo?- le preguntó Shulliandlir con una sonrisa cansada
-No lo dudes- respondió el Enano aceptando la daga que su compañero le ofrecía y poniéndosela a Neriador en el cuello.
Shulliandlir, con un gemido, comenzó a vendarse sus heridas con vendas que sacó de su zurrón.
El viaje hasta Guildriel se convirtió en un infierno, con Shulliandlir muriéndose, Neriador maldiciendo y el conocimiento de que eran perseguidos lo convirtió en algo insufrible. Al final llegaron a Guildriel y dejaron de ser perseguidos.
Neriador fue entregado a las autoridades y Shulliandlir atendido por curanderos.
No hubo manera de convencer al Elfo Oscuro de que se quedara en Guildriel a descansar así que emprendieron el viaje en el carro de los bandidos rápidamente, ya que solo tenían dos días para llegar a Elvéniador.
Fueron despedidos entre los víctores de la población por haber capturado a Neriador.
Al atardecer llegaron a una aldea que estaba en medio del camino. Pararon a comprar provisiones. Al entrar en la aldea toda la gente miraba al grupo como si recordaran algo.
Cuando le dijeron a un granjero que querían comprar provisiones éste les preguntó:
-¿Conocéis a Izindriel y Romdrin?- preguntó al grupo.
-¿Cómo sabe el nombre de nuestros amigos?- le preguntó a su vez Glomli.
-¡Son ellos, son el resto de los Elegidos de los que nos hablaron Romdrin e Izindriel!- comenzó a gritar el granjero a los demás habitantes.
Una hora más tarde salían del pueblo con el carro cargado de provisiones y ropa. La aldea no era otra que la que Romdrin e Izindriel habían defendido. Los aldeanos les explicaron la defensa de la aldea al grupo y éstos prosiguieron su camino.

Ya era mediodía. Romdrin e Izindriel se hallaban ante la inscripción del Idioma Antiguo. Los amigos posaron sus manos tristemente sobre el sol grabado en la roca. Estaban tristes porque sus amigos no habían aparecido, eso significaba que probablemente habrían fracasado y muerto. Las rocas se apartaron mágicamente dejando abierto un pasadizo no muy ancho hecho de piedra, que mostraba signos de abandono como telarañas y algunas rocas en el suelo. Sin embargo las antorchas que estaban en las paredes estaban encendidas. El pasadizo bajaba.
-Adelante- murmuró Romdrin sin mucho convencimiento.
Los amigos iban a entrar cuando escucharon una voz grave detrás suya que preguntaba:
-¿A dónde creéis que vais sin nosotros?
Romdrin e Izindriel se giraron alarmados y vieron, con gran alegría a Glomli en el medio de Shadak-Uhr y Shulliandlir.
Tras un cálido reencuentro y una breve explicación de lo que habían hecho mientras estuvieron separados, los cinco Elegidos, unidos nuevamente, se internaron en el pasadizo.

Mapa de las Tierras de Celdriander

jueves, 20 de agosto de 2009



Bueno, aquí os dejo el mapa de las Tierras de Celdriander hecho a mano por mí (al final lo hice yo, no mi primo). Si no entendeis alguna cosa me lo decís y os diré que pone.
Saludos.
L.L.V

Capítulo 4: La aldea. El bosque

miércoles, 19 de agosto de 2009

Tras separarse de sus amigos Romdrin e Izindriel comenzaron a caminar en silencio, tristemente. El camino era elevado respecto al resto del terreno, estaba rodeado de arbustos y maleza, de vez en cuando atravesaba algún pequeño bosque. El relevo era llano, a lo lejos se acertaba a ver montañas con el pico nevado, el resto eran campos de flores y colinas.
Para romper el hielo Romdrin preguntó:
-¿A qué te dedicabas antes de ser una Elegida?
-Era una arquera Flecha verde.
-¿Flecha Verde?
-Eran nuestros rangos- le explicó Izindriel con cara de añoranza.- Empiezas siendo Flecha Blanca, luego Flecha Negra, luego Flecha Azul, Flecha Verde y por último Flecha Roja.
-Entonces eras casi una tiradora de élite, ¿no?- inquirió Romdrin
-Sí, subías de rango pasando pruebas, tales como acertarle a una hoja a un kilómetro de distancia. ¿Y tú, que eras?
-Pues…
-¡Espera!- susurró Izindriel aguzando el oído- Rápido, a los arbustos.
Romdrin obedeció en silencio, se metieron en los arbustos que rodeaban el camino justo para ver como aparecía un destacamento de Hezshrak doblando la esquina que acababan de tomar.
Cuando pasaron de largo Romdrin le susurró a Izindriel:
-Hemos de seguirles a ver que traman.
Izindriel estuvo conforme. Tras varios minutos de seguirles a escondidas descubrieron que se tumbaban en el suelo en la cima de una colina y observaban algo. Luego se dieron la vuelta y se fueron por donde habían venido.
-Ya hemos descubierto lo que hacían aquí, dejemos de seguirles.-dijo Izindriel
Fueron a donde se habían escondido los Hezshrak y contemplaron horrorizados una tranquila aldea elfa. Era un grupo de casas ordenadas a través de una calle principal de la que salían callejuelas, estaba en el centro de un pequeño valle, sus límites estaban marcados por las colinas.
-¡Pretenden saquearla!- exclamó horrorizada Izindriel.
-Podemos intentar defenderla-dijo Romdrin
-¿Cómo?
-Bueno, si es una operación de saqueo a una aldea no esperarán encontrarse con resistencia, por eso no vendrán muy armados.
-Pero esos aldeanos no saben luchar.-dijo Izindriel
-Evitaremos la lucha cuerpo a cuerpo todo lo posible, usaremos los arcos y construiremos trampas.
En ese momento cinco Hezshrak salieron de entre la maleza y rodearon a Izindriel y Romdrin.
-No ayudaréis a los aldeanos- le dijo un Hezshrak
Seguidamente se lanzaron al ataque. Fue un suicidio.
Izindriel sacó y cargo su arco en menos de dos segundos y un Hezshrak cayó con una flecha en la cabeza y otros dos se quedaron a distancia cubriéndose con sus escudos.
Mientras tanto los dos que faltaban atacaron a Romdrin que desenvainó su espada y paró los ataques de sus enemigos sin mucha dificultad. Izindriel y Romdrin se pusieron espalda contra espalda. Un Hezshrak atacó a Romdrin estirando el brazo y lanzando una estocada al vientre de Romdrin, este desvió con su espada la de su contrincante hacia la derecha y contraatacó con tal fuerza que hubiera partido al Hezshrak por la mitad de no ser porque este alzó el escudo parando el ataque pero cayendo al suelo por la fuerza del golpe. El otro Hezshrak aprovechó el momento y hundió su espada en el brazo estirado de Romdrin causándole un buen corte que le arrancó un grito de dolor.
-Romdrin. ¿Estás bien?- le preguntó Izindriel
-No pasa nada- respondió este dándole un puñetazo en la cara al Hezshrak que le había hecho la herida.
Rematando al que había caído Romdrin se encaró con el otro.
Mientras tanto, uno de los que acosaba a Izindriel se decidió a atacar. Izindriel disparó pero la flecha rebotó en el escudo del Hezshrak, viendo que no le daría tiempo a cargar su arco sacó una flecha y se la clavó al Hezshrak en el corazón como si fuera una daga ya que este se había descuidado pensando que ya había ganado.
Romdrin recogió el escudo de su enemigo muerto y atacó con el al Hezshrak dándole un golpe en el pecho que no se esperaba y, al doblarse por el dolor, Romdrin le atravesó la espalda con su espada.
El Hezshrak restante salió corriendo por el camino hacia la curva.
-¡Izindriel dispárale!- le gritó Romdrin.
-No lo conseguiré.
-¡Eres una Flecha Verde!
-Pero fallé el tiro a mucha distancia en el examen- respondió Izindriel angustiada, ya que el Hezshrak estaba ya muy lejos.
-Confío en ti, eres una Elegida- la animó Romdrin.
Izindriel cargó el arco. Recordó como las burlas de sus compañeros al fallar el disparo en el examen.
Soltó la cuerda.
La saeta salió disparada.
Un instante después el Hezshrak caía de rodillas con una flecha en el cuello.
Izindriel soltó el arco y calló de rodillas, exhausta.
-Lo has conseguido- le dijo Romdrin.

Yendlis araba tranquilamente su huerta cuando vio llegar a una Elfa sosteniendo a un Humano que sangraba abundantemente por un brazo.
Yendlis, que al ser Elfo tenía plena confianza en los de su raza, soltó sus herramientas y salió corriendo a ayudar a la Elfa.
-¿Qué ha ocurrido?- preguntó.
-Los Hezshrak nos tendieron una emboscada- le respondió la Elfa.
-¿Cómo te llamas?- inquirió Yedlis
-Izindriel, y él, Romdrin. Pero no hay tiempo para presentaciones, ha perdido mucha sangre.
Ayudando a Izindriel, Yendlis fue llamando a la gente del pueblo y vendaron a Romdrin. Horas más tarde, con Romdrin más o menos recuperado, Yendlis reunió al pueblo en el edificio principal a petición de Izindriel y cuando estuvieron reunidos ésta empezó a hablar:
-Nosotros íbamos de camino a Elvéniador cuando un destacamento Hezshrak nos adelantó y se puso a espiar vuestra aldea, por lo tanto supimos que van a saquearla. Cuando decidimos ayudaros cinco Hezshrak nos atacaron hiriendo a mi amigo.
La noticia del saqueo levantó murmullos y miradas de terror y pánico entre los aldeanos.
-Si nos pusiéramos a trabajar ya, podríamos intentar defender la aldea mediante trampas y arcos,- añadió Romdrin- ya que ellos no cuentan encontrar resistencia.
-Pero no somos soldados- dijo un Elfo.
-Lo sé, pero sabéis manejar un arco y preparar trampas para animales. Con eso nos vale- explicó Romdrin.- Si no estáis dispuestos a hacerlo lo entenderé, pero es vuestro hogar lo que está en juego.
Tras unos minutos de silencio un habitante exclamó:
-Mi familia lleva viviendo en este valle generaciones y generaciones, no nos echarán, lucharé.
Al final todos los aldeanos empezaron a decir cosas por el estilo y comenzaron los preparativos.

Al atardecer la forja de la aldea trabajaba sin descanso, la gente esparcía paja por las entradas del pueblo, iba a la plaza central a practicar con la espada o el arco o iba a hacer su turno de guardia correspondiente al camino. Mientras, Romdrin y Yendli, al que la aldea había elegido como cabecilla, discutían sobre la forma de defender la aldea.
-Cuando los Hezshrak intenten entrar en el pueblo prenderemos la paja de la entrada y los arqueros apostados allí comenzarán a disparar. Los Hezshrak intentarán acabar con ellos, entonces retrocederán prendiendo la paja que tendrán en las callejuelas y se reunirán en la plaza, continuaremos retrocediendo así, y si nos queda más remedio tendremos que aguantar con la empalizada de la plaza y enzarzarnos en un combate cuerpo a cuerpo. Cada escuadrón de arqueros estará dirigido por una persona.- explicó Romdrin.
-Todos esto me parece muy bien, ¿Pero el ejército de Hezshrak no atacará la aldea al ver que sus soldados no regresan?- preguntó Yendli.
-He estado en el ejército, si en una operación de saqueo los soldados no vuelven, se da por sentado que han desertado y no se hace nada.- respondió Romdrin.

A la mañana siguiente el cuerno del puesto de guardia comenzó a rugir e instantes más tarde vieron al vigía regresar corriendo al pueblo gritando:
-¡Ya vienen! ¡Ya vienen!

Shadak-Uhr y Shulliandlir caminaban tranquilamente por el camino hacia el bosque. El camino se iba viendo rodeado cada vez más de árboles y la luz comenzaba a escasear.
-Ah, como en los viejos tiempos, amigo- dijo Shulliandlir recordando cuando Shadak-Uhr y él trabajaban de mercenarios y cazatesoros por todo Cerdriander.
-Eran buenos tiempos, hasta que fuimos a por el Templo Perdido- añadió Shadak-Uhr.
Cuando Shulliandlir y Shadak-Uhr se ganaban la vida buscando tesoros y luchando a cambio de dinero se enteraron gracias a un viejo, después de refrescarle la memoria con unos cuantos celdruns, qué contaba una leyenda que existía un templo lleno de riquezas que había desaparecido ya que todos los que sabían de su paradero habían muerto misteriosamente. Tras hacerle recordar al viejo con una cantidad de celdruns donde tenía un mapa marcado en la zona donde debería estar el Templo, marcharon hacia allí.
Tras varias aventuras consiguieron llegar allí y encontrar la cámara del tesoro. Allí fue donde encontraron el poema de la Profecía y cosas que se referían a ella.
-¿Recuerdas aquella vez que vencimos a aquella banda de bandidos de las Llanuras de Shellen?-preguntó Shulliandlir
-Sí, diez contra dos, no pudieron hacer nada.-recordó Shadak-Uhr- Buenos tiempos aquellos.
En un viaje de unas cuantas horas por un terreno cada vez más boscoso por el que se encaminaban a los terrenos de una banda de secuestradores Shadak-Uhr y Shulliandlir caminaban tranquilamente recordando sus aventuras y riéndose.
-Bueno, aquí está- dijo Shadak-Uhr.
Ante ellos había un cartel en el que se anunciaba: “Bosque de Imin”
Y al lado uno toscamente tallado en el que figuraba: “Propiedad de Neriador, iros o morir.”

Romdrin se quedó en la plaza preparando las defensas y dividiendo a los aldeanos espadachines en escuadrones. Izindriel se fue con su escuadrón de arqueros a uno de los tejados.
Llegaron los Hezshrak. Eran cincuenta. Los aldeanos eran cuarenta y no eran soldados.
Cuando llegaron a la primera sección de paja una flecha ardiendo se estrelló en la paja. Los Hezshrak, desconcertados quedaron rodeados por un anillo ígneo y los arqueros del tejado comenzaron el ataque. Salió bien y cuando los Hezshrak fueron a por ellos se encontraron con un muro de llamas impidiéndoles perseguir a los arqueros. Enfurecidos, continuaron su marcha.
Llegaron a la siguiente trampa. Volvieron a quedar rodeados de fuego, esta vez solo eran cuarenta y cinco.
Murieron seis en ese ataque, cuando fueron a por los aldeanos, la paja no se encendió y los aldeanos se tuvieron que pertrechar en una casa. Diez Hezshrak se dispusieron a tirar la puerta y los treinta restantes se dirigieron a la plaza. Solo quedaba una trampa.
-¡Maldita sea, debemos ayudar a los arqueros!- exclamó Romdrin- Yendli, coje a tu escuadrón y sígueme. Calum, dirige tú la defensa de la plaza.
Yendli, Romdrin y cinco elfos más salieron corriendo por la calle principal en dirección a los treinta Hezshrak que se vieron atrapados en la última trampa, Romdrin, Yendli y el resto torcieron hacia la derecha en dirección a la casa donde estaban atrapados los aldeanos.
Romdrin comenzó a rugir:
-¡Por Rogonar!
Y comenzó la lucha.
En la embestida Romdrin abatió a dos Hezshrak desprevenidos, pero cuatro se dieron la vuelta y fueron a por él, ya que sabían que los demás eran aldeanos y no sabían pelear.
Rápidamente, Romdrin giró sobre sí mismo y descabezó con su espada a un Hezshrak antes de que se organizaran. Comenzó a defenderse con la espada y el escudo que le había cogido a su enemigo antes de llegar a la aldea. Los tres Hezshrak que luchaban contra él se confiaron y comenzaron a atacar sin protegerse, entonces Romdrin atacó a uno con su espada atravesándole, pero un fuerte calambre en el brazo debido a la herida recibida le hizo soltar la espada y encogerse de dolor quedando desprotegido.
Yendli acudió en su ayuda después de abatir a su enemigo, acuchilló con su daga a un Hezshrak en la espalda, pero el otro se giró y le atravesó con su espada. Romdrin, ya recuperado, gritó:
-¡Yendli!
Y atravesó al Hezshrak, que le había dado la espalda. En ese momento salieron los aldeanos de la casa y acabaron con los Hezshrak restantes
Yendli cayó de rodillas, un hilillo de sangre caía por sus labios.
Romdrin lo sostuvo antes de que se desplomara.
-Lo hemos conseguido- consiguió murmurar Yendli antes de morir con una sonrisa de felicidad en la cara.
Romdrin, llorando de rabia e impotencia, comenzó a acuchillar al Hezshrak que había matado a su compañero. Luego, serenándose dijo:
-Hemos de ayudar a nuestros compañeros de la plaza. Vosotros subíos a las casas que hay cerca de la plaza y matad a los Hezshrak de la retaguardia. En el ataque habían muerto dos de los Elfos del escuadrón de Yendli.
Los arqueros se colocaron en sus posiciones. Romdrin y los dos Elfos se prepararon para unirse a la refriega.
Comenzó a llover.
Fue una lucha encarnizada en la que varios Elfos cayeron, pero los Hezshrak nunca tuvieron oportunidad de vencer. Romdrin, cegado por la furia y la pena mataba sin piedad hasta que no quedó ningún Hezshrak en pie.
Cuando la lucha acabó los aldeanos tiraron las armas y comenzaron a llorar, algunos de alegría, otros de pena y salió el sol.
Luego enterraron a los caídos y quemaron a los Hezshrak en la plaza.
Cuando todo volvió a la “normalidad”, Romdrin e Izindriel explicaron a los aldeanos la Profecía y les dijeron:
-¡Nunca perdáis la esperanza, los Elegidos lucharemos por la libertad de Las Tierras de Cerdriander!
Dicho esto se marcharon tras despedirse de los aldeanos y aceptar las provisiones que éstos les ofrecían.
Luego, una Elfa de mediana estatura, de cabello marrón hasta los hombros con rasgos estilizados y un hombre, alto, rubio y de mirada orgullosa se echaron al camino.

Shulliandlir y Shadak-Uhr caminaban tranquilamente por el bosque cuando el Orco fue agarrado por las manos y le taparon la boca, rápidamente Shulliandlir desenvainó dispuesto a matar a quien había agarrado a su amigo, pero sintió el tacto frío del acero en su cuello y soltó el arma con un suspiro.

Neriador se hallaba tranquilamente sentado en su trono bebiendo cuando vio que sus guardias traían a un Orco de tez verde, vestido con ropas de mago y de constitución fuerte. A su lado venía un… ¡Elfo Oscuro!, uno de su raza a los que tanto odiaba por haberle expulsado de su tierra. Se lo iba a pasar en grande torturando a ese Elfo Oscuro flacucho de mirada calculadora y rasgos finos.
-Señor, hemos encontrado a estos dos entrando en el bosque- le explicó uno de sus guardias.
-Ah, vosotros debéis ser los amigos del Enano. Si queréis rescatarlo deberéis pasar la prueba del Coliseo. Consiste en sobrevivir tres rondas, primero luchar contra un contrincante, luego contra dos y finalmente contra tres.
Los dos amigos aceptaron con un asentimiento de cabeza.
“Pobres ilusos” pensó Neriador.

Romdrin e Izindriel caminaban por el camino rodeado de praderas, viendo las montañas en la lejanía.
-Antes de ver a los Hezshrak me ibas a contar tu historia.
-Sí, es verdad. Pues mis padres eran granjeros. Yo soñaba con cuidar su granja de mayor cuando unos saqueadores atacaron nuestra aldea matando a mis padres y a muchos aldeanos. Por eso viajé a Rumaë para hacerme soldado y combatir a los que les habían hecho eso a mis padres.- contó amargamente Romdrin. Por eso quise defender esta aldea.
-Perdón, no sabía que tuvieras un pasado tan duro, siento haberte hecho rememorar esos recuerdos.
Los dos se sumieron en un triste silencio, Izindriel pensando en como hacer olvidar a su amigo esa conversación, y Romdrin recordando aquellos dolorosos tiempos.

Capítulo 3: La Separación

martes, 18 de agosto de 2009

Romdrin, Izindriel, Shadak-Uhr y Shulliandlir se hallaban reunidos en una de las habitaciones que tenían alquiladas discutiendo que hacer.
La habitación tenía dos camas en la pared superior, cada una con una mesilla, y dos escritorios cada uno en una esquina de la pared inferior, uno estaba volcado delante de la puerta para estar preparados para un posible ataque de los encapuchados. Los cuatro estaban sentados en el suelo detrás de la mesa volcada. Se trataban como hermanos, ya que el hablar con los dioses y el largo viaje hasta Guildriel los había unido mucho.
-Debemos rescatar a Glomli- dijo Izindriel, su voz no admitía réplica.
-Lo rescataremos, tranquila- le respondió Romdrin- Pero no podemos perder tiempo en traducir el texto y encontrar las armas.
-¿Y si nos separasemos?- propuso Shulliandlir- podríamos coger el ejemplar de Lenguas Antiguas, traducir los textos y luego dividirnos y que dos vayan a buscar el arma de Izindriel y otros dos rescaten a Glomli.
-Es una buena idea- dijo Shadak-Uhr- Pero solo si estáis conformes.
-Me parece un buen plan- accedió Romdrin.
-Podría intentarse- dijo Izindriel.
-Bien, como el Arma del Destino que buscamos es para ti, Izindriel, tendrás que ir en el grupo que la vaya a buscar- explicó Shadak-Uhr.
-Yo iré con ella- dijo Romdrin- Siempre quise viajar por Asamandriel, el reino de los Elfos.
-Muy bien, Shadak-Uhr y yo rescataremos a Glomli- dijo Shulliandlir.
Cuando bajaron a tomar el almuerzo y explicaron al posadero lo ocurrido se armó un gran revuelo, varias personas se marcharon a sus casas asustadas.
El posadero les explicó que por la descripción de los encapuchados parecía ser la banda de Neriador, una banda de secuestradores que vivía en los bosques cercanos y que cuando secuestraban a alguien les pedían a sus amigos o familiares que hicieran pruebas que resultaban vergonzosas o peligrosas, y a veces, mortales para luego pedir un rescate de dinero. Estaban dirigidos por un Elfo Oscuro llamado Neriador que había sido expulsado de su reino por asesinar a su padre para obtener la herencia.

Después de un frugal desayuno, ya que la agitada noche les había quitado el apetito, se acercaron a las Bibliotecas de Oro. Al llegar se quedaron maravillados.
Un imponente edificio en el que los pisos se alzaban en espiral coronados por dos ramas de las que salía una bola de energía mágica. Los pisos eran anillos hechos de oro y plata que estaban unidos al árbol mágico que ascendía en espiral.
Se acercaron a la puerta y pidieron acceso al erudito que estaba en la puerta.
-Adelante, pero antes deberéis dejar las armas fuera, ya que en la Biblioteca de Oro no está permitida la violencia.
Los compañeros depositaron las armas en el suelo y el erudito pronunció un hechizo y las armas desaparecieron.
Los compañeros se miraron extrañados excepto Shadak-Uhr.
-Tranquilos, es un hechizos de guardado, nuestras armas nunca estarán tan seguras como ahora.-les tranquilizó
-Bien, cuando salgan las armas les serán devueltas, acompáñenme.-les dijo el erudito.
Entraron por un pasillo engalanado con cuadros.
-Son los fundadores y directores que ha tenido la Biblioteca de Oro.- les explicó el erudito.
Mientras comenzaban a ascender Shadak-Uhr y el erudito charlaban tranquilamente.
-Estamos creando un gran hechizo de teletransportación para llevar la Biblioteca a un valle escondido. Los mejores magos elfos están trabajando en ello.

Cuando llegaron a los pisos donde se guardaban los libros, preguntaron al erudito por el que buscaban. No les costó mucho encontrarlo. En el índice buscaron Idioma Antiguo y encontraron unas páginas que traían un abecedario:


-Lo tenemos. ¡Sí!- exclamó Romdrin dando un grito de triunfo.
Tras varias horas de estudio consiguieron traducir los textos. Decían así:
-Elendal. Rumaë.
-Amandriel. Elvéniador
-Thror. Thrabn
-Paantrio. Orundlur
-Shillun. Shan.

-Es decir, que mi Arma del Destino, Amandriel, está en Elvéniador, a unos… cuatro días más o menos de aquí- dijo Izindriel.
-Sí, pero según la leyenda el arma está rodeada de guardianes y trampas, así que no será tan fácil como llegar a Elvéniador y cogerla.-explicó Shadak-Uhr
-Y en Elvéniador no figura ningún templo o lugar donde pudiera estar escondida.-añadió Shulliandlir.

Salieron de la Biblioteca de Oro y se fueron a la posada a decidir que hacer.
Cuando llegaron comprobaron que la entrada de la posada tenía dos guardias.
-¿Por qué han puesto dos guardias?-preguntó Romdrin al posadero cuando entraron.
-Por seguridad. Después del ataque de la banda de Neriador mis clientes tienen miedo-le respondió el posadero.
Subieron a sus habitaciones y comenzaron a hacer planes.
-Al amanecer nos separaremos, Romdrin e Izindriel iréis por el camino de la ruta comercial de Guildriel-Elvéniador a buscar el arma y Shulliandlir y yo marcharemos hacia el bosque de Imin para rescatar a Glomli-explicó Shadak-Uhr.- Y nos reuniremos en Elvéniador una semana más tarde, si no llegamos a tiempo a Elvéniador comenzareis a buscar el arma.
-De acuerdo- respondieron los demás.

La noche transcurrió sin problemas, aunque hicieron turnos de guardia a pesar de tener dos guardias apostados en la entrada.
Al amanecer bajaron a pagar las habitaciones.
-Son quince celdruns, un descuento de diez por el ataque, lo sentimos mucho-les dijo el posadero.
Fueron hasta donde se bifurcaban los caminos. Era como un río que se dividía, como lo iban a hacer sus vidas, notaban una opresión en el corazón, ya que tras todas las aventuras vividas les daba pena separarse, aunque fuera solo por un tiempo.
-Aquí es donde nuestros caminos se separan-dijo tristemente Romdrin.
-Para volver a unirse más tarde- le respondió Shulliandlir- No te libraras de nosotros tan fácilmente, Humano. Nuestros caminos están destinados a permanecer unidos.
Todos se rieron, era una risa en la que se desahogaban y una risa de despedida. Cada uno se marchó hacia su camino.

Las Tierras de Cerdriander

lunes, 17 de agosto de 2009

Los dioses, al ver el continente de Cerdriander vacío, decidieron crear vida, primero Eminzidriel, diosa de los Elfos, creo a esta raza de seres amantes de la naturaleza, todos con gran potencial mágico que hacían sus casas usando la magia para darle forma a los árboles, y aprovechaban las minas de oro y plata para engalanar los edificios.

Su hermana Sheriazor, que era el polo opuesto de Eminzindriel, ya fuera por la personalidad o la piel, ya que la de Sheriazor era oscura, creo su propia raza llamándola Sheriens, pero ese nombre se perdió, y dado su gran parecido a los Elfos, estos seres sigilosos, oscuros y misteriosos fueron denominados Elfos Oscuros.

Encantado por la idea el dios Throrniel creó su propia raza, longevos, bajitos y barbudos lo enanos fueron creados sin el don de la magia pero dotados de grandes cualidades para trabajar el metal y de ingeniería. Nunca tuvieron una gran amistad con los elfos ya que estos también querían minas, y no siempre compartirlas

Más tarde, el orgulloso dios Iliendlur, siguiendo el ejemplo de sus compañeros creo una raza orgullosa, noble y caballeresca, aunque no tuvieron el don de la longevidad, si tuvieron el de ser diestros en el combate y en la magia.

Por último el dios Paangrio decidió hacer una raza amante de la tierra, se llamaron orcos, de gran estatura y fuerza, crearon un tipo de magia diferente pero igual de poderosa.

Cuando todas las razas estuvieron creadas los Humanos se aliaron con los Enanos uniendo destreza de combate y ingenieria para crear la Alianza y expulsar de las tierras de Cernandul a las demás razas. A los Orcos, Elfos y Elfos Oscuros no les quedó más remedio que unirse para rechazar a la Alianza, ellos formaron el Pacto.
En la Época Bélica, llamada así por las innumerables guerras hubo una que puso le puso fin. Fue en donde se unían los reinos. Se llamo la batalla de la Unión, ya que tras esa guerra sobrevino la paz y se formó un bosque llamado el Bosque de la Unión.

Después llego la Época del Esplendor en la que los magos ganaron reputación, sabiduría y poder y se crearon grandes bibliotecas, como la Biblioteca de Oro y, por supuesto, la paz.
Pero en todo lugar la maldad nunca desparece, varios magos fueron corrompidos por el poder y se revelaron contra los demás, fueron llamados Magos Oscuros. Fue la Época Oscura. Pero los demás magos consiguieron rechazarlos, pero perdieron reputación y confianza.
La magia paso a segundo plano y la ingeniería cobró importancia y los Enanos diseñaron potentes máquinas de guerra que fueron vendidas a las demás razas y fueron usadas en pequeñas guerras por minas o otros motivos. Fue llamada la Época de la Ingeniería.
Los grandes ingenieros diseñaron una máquina con la que se podía volar, fue comprada por un rey Humano (Erundil III), la máquina falló, el rey murió y todos perdieron la confianza en la ingeniería.
Y así llego la Época Pacífica que fue alterada por el ataque de los Hezshrak

Runas del Idioma Antiguo


Para los que les guste traducir runas, aquí os dejo el abecedario y también las runas que les dieron los dioses.
Saludos.
L.L.V

Capítulo 2: Guildriel

Tras varios días de frustración por no dar traducido los textos Shadak-Uhr y Kalzur charlaban desanimadamente:
-Nunca encontraremos la forma de traducir una lengua muerta- decía desanimadamente Shadak-Uhr- si hubiera alguna referencia, alguna letra, cualquier cosa…
-¡Espera!- exclamó Kalzur- ¡La Biblioteca de la Sabiduría de Guildriel! Una vez vi un libro llamado lenguas antiguas. Puede que sea lo que necesitemos.
-Eso está bastante lejos- le informó Shadak-Uhr- pero ahí puede estar la respuesta. Reuniré a la Compañía y discutiremos que hacer.

Cada uno se había sentado como el Gran día, en sus respectivos sitios.
Kalzur y Shadak-Uhr les habían explicado su plan.
-Después de traducir los textos en Guildriel propongo ir a buscar el Arma de Izindriel, ya que nos queda más cerca.
-Pero no sabemos si los Hezshrak han llegado ya hasta ahí- repuso Glomli desconfiadamente.
-Pero si nos quedamos aquí nos acabarán encerrando como a ratas en el Bosque- explicó Romdrin.
-Romdrin tiene razón- dijo Shulliandlir- no podemos permanecer mucho más tiempo en el bosque antes de que nos encierren.
-Bueno, no tenemos nada que perder, ¿no?- aceptó Glomli
-Así sea, la Compañía viajará hasta Guildriel por los Páramos de Imin.

Mientras recogían sus pertenencias Glomli le dijo a Izindriel:
-Espero que el viaje no sea muy largo, o ya podéis ir haciendo una camilla
Esto provocó la cantarina risa de Izindriel.
Cuando todos estuvieron listos emprendieron el camino. Como iban justos de tiempo solo paraban una vez por día. Al cuarto día la comida empezó a escasear, ya que solo tenían lo que Shulliandlir y Shadak-Uhr habían traído en su viaje.
-Deberíamos ir a cazar- propuso Shulliandlir cuando estaban descansando.
-Me parece buena idea- dijo Romdrin- lo echaremos a suertes.
Al final les tocó a Shulliandlir y a Kalzur ir juntos.
Recogieron sus respectivas armas y se prepararon para marchar.
-Tomad, llevaos este mapa de la región de Asamandil- les ofreció Izindriel.
Los otros dos lo aceptaron agradecidos.
-Bien, estamos aquí- explicó Kalzur rodeando una zona del mapa con una pluma- montareis el campamento aquí y nosotros traeremos la comida.
-Buena suerte- dijo Glomli con su vozarrón

-¿Como creéis que les irá?- preguntó Romdrin.
-Conociendo a Shulliandlir tendremos cena para una semana- respondió Shadak-Uhr animadamente.
-Pues si cuenta con la magia de Kalzur… tendremos comida para dos semanas- dijo sonriendo Izindriel.
-Hagamos una apuesta- propuso Glomli- yo digo que tendremos comida para…
Justo en el instante en que Glomli pronunciaba esas palabras un chorro de luz brotó de una parte del bosque.
-¿Qué narices…?- se extrañó Romdrin.
-¡Mierda! Es la señal mágica que usamos los magos cuando estamos en peligro- dijo atropelladamente Shadak-Uhr- Debemos ayudarles.
Dicho esto Shadak-Uhr se levanto, recogió sus pertenencias y salió corriendo seguido de los demás.

Kalzur volvió a emitir la señal mágica y se preparó para la lucha.
-Son demasiados, unos quince, y tienen dos magos- explicó sombríamente Kalzur.
-Si caemos, les cobraremos un precio muy alto- dijo agresivamente Shulliandlir.
Como si compartieran un mismo pensamiento gritaron al unísono:
-¡Celdriander!

Shulliandlir fintaba y usaba sus dos dagas con furia. Un Hezshrak se le acercó por delante, guardó una de sus dagas y sacó una espada manteniendo en la otra mano una daga, poniendo la espada con el filo hacia atrás la levanto y paró con facilidad el ataque del Hezshrak, y buscó el cuello de su oponente con la daga.
Mientras, Kalzur se había enzarzado en una pelea contra los dos magos para impedirles destruir el hechizo de parálisis que había echado sobre varios Hezshrak, los magos no paraban de lanzarle bolas de fuego y atacarle con la espada, el se defendía como podía y en un momento de descuido de uno de los magos consiguió calcinarlo. En ese momento vio como su hechizo dejaba de hacer efecto en cuatro de los Hezshrak, que se dividieron para matarle a él e impedir que su compañero le ayudara, al ver esta estratagema Shulliandlir maldijo y renovó con más furia su ataque para intentar llegar hasta su amigo, pero fue demasiado tarde. Kalzur pudo acabar con el segundo mago y parar el ataque del primer Hezshrak, pero no esquivar la espada del segundo que se le clavó encima de la cadera.
Con un grito Kalzur cayó de rodillas, en ese momento Shulliandlir consiguió llegar hasta él y defenderlo del soldado enemigo.
Luego, todo sucedió muy rápido, el hechizo de Kalzur se quebró y flechas y hechizos comenzaron a salir desde el bosque hacia los Hezshrak recién liberados y Romdrin, alto, robusto y rubio salió del bosque espada en mano seguido de Glomli, bajito, rechoncho y de pelo blanco con el hacha en las dos manos. Entre todos consiguieron rechazar a los Hezshrak, que se marcharon en busca de refuerzos.
Izindriel se acercó sollozando hacia Kalzur, que estaba tendido en el suelo. Respiraba entrecortadamente y emitía quejidos de dolor.
-Tranquilo, te pondrás bien- le dijo llorando Izindriel- Te llevaremos lejos de aquí y te cuidaremos.
-No, no podéis- le respondió a duras penas Kalzur- sería una carga para vosotros y los Hezshrak os alcanzarían.
-Tiene razón- admitió Shadak-Uhr apesumbrado- Solo conseguiríamos morir todos si lo llevamos.
-Pero no puede morir así- gritó Izindriel con las lágrimas corriéndole por la cara.
-Nunca he podido desear una muerte más noble- dijo Kalzur- Luchando al lado de los Elegidos.
Todos se despidieron rápidamente de Kalzur y se llevaron a rastras a Izindriel que se retorcía y gritaba entre sollozos el nombre de su querido amigo.

Cuando llegaron al campamento recogieron sus cosas apresuradamente y corrieron en dirección a Guildriel hasta extenuarse y se detuvieron en un claro a tomar aliento.
Izindriel lloraba en silencio y el resto del grupo miraba al vacío tristemente, ya que la pérdida de Kalzur había sido muy dura.
-Bueno,- reaccionó Romdrin- hemos de continuar lo que nuestro amigo empezó. Propongo buscar alojamiento para esta noche, ya que pronto anochecerá y si queremos pasar la noche bajo el techo de una posada hemos de darnos prisa para llegar a Guildriel y la mañana siguiente buscar en la Biblioteca el libro que nos traduzca el Idioma Antiguo.
-Estoy de acuerdo- respondió Shadak-Uhr- ¿Y vosotros?
Los demás asintieron sin levantar la cabeza, estaban muy afectados por la muerte de Kalzur.
Reemprendieron la marcha casi inmediatamente después de la charla.
Todos caminaban pesadamente, como si cada paso fuera como levantar un peso, todos estaban llenos de sangre seca y barro, y todos tenían la cara surcada por lágrimas, en un momento del viaje comenzó a llover, como si los dioses lloraran por la gran pérdida de Kalzur.
Cuando ya empezaba a oscurecer llegaron a la ciudad de Guildriel.
Era una ciudad élfica en la que los edificios mas importantes estaban construidos en el más fino mármol reluciente, algunos hasta tenían incrustaciones de oro y piedras preciosas. Las casas eran árboles trabajados mágicamente para darles forma, pero había una cosa que contrastaba con esa belleza, era una muralla que se estaba construyendo alrededor de la ciudad para protegerla de la inminente invasión de Hezshrak.
-Por lo visto ya se han enterado de los que les espera- comentó Glomli.
No se veía a casi nadie por las calles ya que la ciudad estaba siendo evacuada.
El grupo encontró una posada que parecía acogedora llamada El Bosque Esmeralda. Era una bonita casa hecha de madera, tenía dos pisos y del primero salía luz de las ventanas redondas acogedoramente.
Entraron y preguntaron si podían pasar la noche en la posada.
-Por supuesto, en estos tiempos no viene casi nadie, y los únicos que vienen son exiliados que se dirigen hacia el sur o mercenarios que van al norte a presentar batalla contra los Hezshrak. ¿Sois vosotros exiliados o mercenarios?
-Podría decirse que somos una especie de mercenarios- dijo misteriosamente Shulliandlir al posadero.

Después pidieron una cena en una mesa apartada y después subieron a las habitaciones, antes de entrar en ellas Shulliandlir comentó:
-Deberíamos hacer turnos de guardia.
-Pero si estamos en una posada- protestó Romdrin
-En una ciudad con una muralla a medio construir, si los Hezshrak atacan esta noche no nos cogerán desprevenidos- respondió Shulliandlir
-Shulliandlir tiene razón, Romdrin. Haremos turnos de guardia- dijo Glomli.

Mientras está conversación tenía lugar diez encapuchados se dividían en grupos de dos rodeando El Bosque Esmeralda. Dos entraron se prepararon para entrar en la posada.
A media noche los dos encapuchados entraron en la posada forzando la cerradura sin hacer ruido.

Shulliandlir miraba hacia las escaleras cuando vio una sombra en el piso de abajo, inmediatamente se puso en guardia. Desenfundó sin hacer ruido y comenzó a acercarse a las escaleras. En ese momento escuchó crujir la madera detrás de si y al girarse solo vio la empuñadura de una espada golpearle la cabeza y cayó sin sentido al suelo. Seguidamente los dos encapuchados entraron en la habitación de Shulliandlir y Glomli llevándose al enano a rastras con la boca tapada que se revolvía intentando desesperadamente soltarse.
Por suerte el ruido que hizo Shulliandlir al caer desmayado despertó al resto del grupo que salió precipitadamente al pasillo armas en ristre, al ver la escena Romdrin y Izindriel se lanzaron tras los secuestradores escaleras abajo mientras Shadak-Uhr ayudaba a su amigo Shulliandlir. Al bajar se encontraron con el resto de encapuchados armados con espadas. Romdrin, fintando, atacó a uno por el flanco derecho que paró la estocada retrocediendo tambaleándose, aprovechando el momento, Izindriel cargó su arco y le disparó en una pierna al tambaleante encapuchado que cayó al suelo con un gemido, los demás, que solo cubrían la huida de sus compañeros que llevaban al enano salieron corriendo. Romdrin e Izindriel contemplaron con impotencia como se llevaban a su amigo.

Capítulo 1: La Cura

Kalzur y Gomli estaban muy atareados, Kalzur mezclaba unas hierbas que previamente había mandado a Glomli buscar, y Glomli fabricaba una nueva camilla para el Hombre que había aparecido allí.
-Necesito agua- pidió Kalzur mientras sacaba un mortero de su zurrón.
-Enseguida, he visto un arroyo al otro lado del claro.
Mientras recogía el agua oyó el grito de Kalzur. Rápidamente se llevó la mano a la espalda para sacar su hacha y se dio cuenta de que la había dejado al lado de Kalzur. Maldijo en silencio, pero se acordó de la espada corta que llevaba en el cinto, la desenfundó y corrió hacia Kalzur y vio a un Orco que parecía un mago y un Elfo Oscuro a su lado examinando a Izindriel y al Hombre.
-¡Quiénes sois y que queréis!- gritó amenazadoramente Glomli.

Shadak-Uhr y Shulliandlir se echaron a reír.
-Tranquilo amigo- exclamó tranquilamente Shadak-Uhr- No queremos haceros daño, todo lo contrario, pronto lo entenderás.
-No pasa nada Glomli, son amigos.- le informó Kalzur- Nos ayudarán a curar a Izindriel y al Hombre y luego nos explicaran quienes son.
-Comprendido- dijo Glomli, aunque no era verdad, ese día ocurrían cosas muy extrañas.

Al día siguiente Romdrin despertó, al verse rodeado de gente extraña se llevo la mano a la espada, pero comprobó que no estaba.
-Venid, el Hombre ya ha despertado- exclamó Kalzur.
-¡Bienvenido al mundo de los vivos!- le dijo Shulliandlir riendo.
-¿Quiénes sois? –preguntó inquisitivamente Romdrin.
-Pronto te lo explicaremos, cuando curemos a Izindriel- le dijo Shadak-Uhr- Aún no nos hemos presentado. Yo soy Shadak-Uhr, estos son: Shulliandlir, Kalzur, Glomli… veo que ya conoces a Izindriel.
-Yo soy Romdrin- dijo- ¿Cómo se que puedo confiar en vosotros?
-Bueno- le explicó Kalzur- Si fuéramos tus enemigos no estaríamos curando a Izindriel. Pronto todo se aclarará.
-Está bien confiaré en vosotros. No tengo otra opción –añadió con en un murmullo. ¿Qué le ha ocurrido a Izindriel?
-Ha sido herida por una hoja Hezshrak- le informó Shulliandlir.
-He estado dándole pociones para curarla, pero solo he conseguido retrasar el veneno, en una semana morirá- dijo consternado Kalzur.
-Tranquilo, los Hezshrak tienen toda clase de antídotos- contó Shadak-Uhr
-Si conseguimos robarles todos los antídotos, podría analizarlos y podríamos curar a muchos heridos de guerra- exclamó esperanzadoramente Kalzur.
-Será nuestra primera misión como Compañía- dijo alegremente Shadak-Uhr
-¿Compañía?- se extrañaron Glomli y Romdrin.
-Pronto se aclarará todo, concentrémonos en trazar un plan para robar los fármacos- informó Shulliandlir.
-Alguien tendrá que quedarse para vigilar a Izindriel- añadió Romdrin preocupado por su vieja amiga.
-Este lugar es sagrado, aquí estará segura sola- explicó Shadak-Uhr
-Bien el campamento Hezshrak principal está saliendo por el norte del Bosque de La Unión.
-Bien, ¿De qué disponemos?-preguntó Romdrin
-Combate cuerpo a cuerpo- dijo Glomli
-Mago-añadió Kalzur.
-Chamán- informó Shadak-Uhr
-Asesino- explicó Shulliandlir
Romdrin estuvo meditando unos minutos, luego llamó a todos para que se acercaran y les dijo:
-Este es mi plan: Muy sencillo, Shulliandlir irá delante, ya que es silencioso y rápido, Shadak-Uhr y Kalzur tejerán un hechizo de invisibilidad sobre nosotros e irán en la retaguardia para seleccionar los fármacos, y Glomli y yo iremos en el medio para presentar batalla si por desgracia nos descubren y para ayudar a cargar con los fármacos. ¿Conformes?
-Sí-respondieron todos al unísono, lo que provocó una carcajada general.
El campamento Hezshrak estaba formado por tiendas montadas con rapidez, unas pequeñas que usaban los soldados, y más grandes que usaban sus superiores, luego había pabellones donde se guardaban las armas y las provisiones.
De vez en cuando pasaban patrullas de somñolientos Hezshrak que charlaban entre ellos, lo que parecía ser el pabellón donde trazaban sus planes se encontraba en lo alto de una colina.
Dos guardias Hezshrak montaban guardia apaciblemente cuando uno escuchó un ruido.
-¿Quién va?- preguntó inquisitivamente.
Esas fueron sus últimas palabras pues una flecha le atravesó la garganta sin darle tiempo a gritar, su compañero escucho como caía al suelo y cuando se giró se encontró con una daga clavada en su pecho que parecía flotar.
Shulliandlir sacó la daga del pecho del Hezshrak y avisó mentalmente a sus amigos por la red de comunicación mágica hecha previamente por Shadak-Uhr y Kalzur (Bastaba con pensar algo y los demás lo oirían en su cabeza):
-Adelante, está despejado.
Cuatro sombras salieron de la arboleda, aunque solo Shulliandlir las vio, ya que estaban bajo un hechizo de invisibilidad, y solo los que están bajo sus efectos pueden ver a los demás.
Otros dos guardias cayeron abatidos por flechas, solo que una era de Romdrin.
Encontraron el pabellón de los fármacos sin dificultades, por suerte los Hezshrak no esperaban ningún ataque y no tenían defensas mágicas, por eso no detectaban el hechizo de invisibilidad.
Del pabellón de pociones colgaba un cartel de madera con una poción dibujada.
Dos guardias cayeron atravesados por armas que no veían.
La Compañía comenzó a guardar los fármacos en unos sacos.
Cuando se disponían a salir, una especie de humo comenzó a aparecer en el techo del pabellón y se hicieron visibles.
-¡Maldita sea! Alarmas mágicas,- maldijo Shadak-Uhr- rápido, por aquí.
Acto seguido pronunció unas palabras mágicas y una pequeña bola de fuego quemó un lado del pabellón.
Salieron corriendo y se encontraron con siete Hezshrak preparados para atacarles.
Una rápida flecha de Shulliandlir abatió a uno, una bola de viento de Kalzur mató a un segundo, Romdrin sacó la espada y se lanzó hacia uno de ellos gritando:
-¡Rogonar, Rogonar!
Se apoyó en una piedra para tomar impulso y saltó encima de un Hezshrak con la espada por encima de la cabeza y una mirada de furia.
El Hezshrak paró el violento golpe a duras penas y se tambaleó hacia atrás, lo que fue su perdición, ya que Romdrin aprovechó para atravesarle el corazón.
Mientras tanto Glomli había sacado su hacha de doble filo y había partido la espada de un Hezshrak matándolo.
-¡Las hojas de los Enanos no pueden ser frenadas por nada! ¡Throrniel!
El arma de su segundo oponente resistió sus golpes. El primero fue un tajo que hubiera partido a la mitad al Hezshrak, que alzó la espada y detuvo el golpe, contraatacando por debajo, Glomli agarró el hacha por arriba y paró el golpe con el mango, acto seguido hundió el hacha en el pecho de su oponente.
Sigilosamente, Shulliandlir se había ido por detrás de los Hezshrak y mató a uno clavándole un puñal en la espalda, el Hezshrak restante se había dado la vuelta y hubiera matado a Shulliandlir de no ser porque su amigo Shadak-Uhr mandó un hechizo que mató al Hezshrak.
Salieron corriendo y entraron en el bosque. Los Hezshrak venían pisándole los talones y se quedaron impresionados al verlos entrar en el Bosque de La Unión, pues ellos sabían que era sagrado.
Emprendieron el viaje de vuelta, a pesar de estar fatigados, avanzaron a buen ritmo ya que estaban preocupados por Izindriel. En la primera noche, mientras Romdrin montaba guardia un oso les atacó, pero no fue rival para la espada de Romdrin. Luego llegaron sin problemas.
Izindriel estaba peor, la fiebre le había subido mucho, se agitaba en sueños y decía cosas sin sentido.
Pasó un día más antes de que Kalzur y Shadak-Uhr encontraran la cura. Izindriel había dejado de agitarse, pues ya no tenía fuerzas, la fiebre era alarmante. No le quedaban muchas horas de vida.
-¡La tengo!- exclamó Kalzur con un grito triunfante.
Todos se acercaron corriendo y vieron a Kalzur con dos pociones en la mano.
-He hecho otra para llevársela a nuestras gentes- explicó Kalzur.
-Bien, ahora démosela a Izindriel- apremió Glomli.
Se acercaron corriendo a Izindriel y vertieron la cura en sus labios.

Al día siguiente Izindriel despertó.
Al abrir los ojos vio un claro de un bosque de árboles imponentes y en el centro del claro las estatuas de los dioses de cada raza.
-¿Dónde estoy?- preguntó adormilada.
Todos dejaron lo que estaban haciendo (afilando espadas, fabricando flechas, leyendo libros de hechizos…)
-¡Izindriel, Izindriel!- todos se acercaron corriendo como locos, lo que hizo reír a Izindriel. Todos se echaron a reír al unísono.

Después de explicarle sus aventuras a Izindriel, Shadak-Uhr dijo solemnemente:
-Hoy es el Gran Día en el que los dioses nos hablarán.
-Hoy es plenilunio, tienes razón- añadió Shulliandlir.
-¿Qué queréis decir con eso?- preguntó Romdrin extrañado ante las palabras de sus recién conocidos amigos.
-Pronto lo entenderás.- dijo enigmáticamente Shadak-Uhr- Esta noche.
-Deberías explicarle lo que hay que hacer- indicó Shulliandlir.
-Tienes razón, existe una profecía que dice así:
El día en que ellos se hagan a la mar,
El mal llegará a la par.
Nuestras tierras atacarán,
Pero los Elegidos nos Salvarán.
La Unión de las Razas.
Cinco son,
Las Armas del Destino han de encontrar,
Para con el mal terminar.

Luego había anotaciones que hemos descifrado- continuó Shadak-Uhr- que decían el día exacto y qué nos dirán los dioses. Nos dirán el lugar donde se encuentran las armas.
Como veis la estatua del dios de cada raza está mirando hacía un asiento. Cada uno se sentará en el suyo, y a medianoche los dioses nos hablarán, no se de que forma, pero lo harán.

Se acercaba la medianoche, todos estaban en sus sitios, la expectación era palpable, Kalzur y Shadak-Uhr habían trazado hechizos de protección alrededor de los Elegidos. Kalzur estaba al lado de Izindriel, pues quería ver a su diosa.
-Recordad, sed muy amables con ellos, ¿Vale?- les rogó Shulliandlir.
-Se como tratar a un dios, Orejas Flechas- le respondió Glomli.
Todos se echaron a reír, pues tenían que descargar la tensión.
De repente, fuegos fatuos empezaron a aparecer y flotar en el aire, dejando estelas brillantes tras de sí.
Todos se quedaron embelesados admirando el espectáculo del que estaban rodeados.
Un rayo de luna incidió en el medio de las cinco estatuas y rebotó estratégicamente en unos espejos ocultos en el medio de las estatuas y dio en las cabezas de cada dios.
Las estatuas comenzaron a parpadear, lo que dejó boquiabiertos a los Elegidos.
Recordando lo que tenían que hacer, cada uno dijo respectivamente:
-Iliendlur, dios de los Hombres.
-Eminzidriel, diosa de los Elfos.
-Throrniel, dios de los Enanos.
-Sheriazor, diosa de los Elfos Oscuros.
-Paangrio, dios de los Orcos
-Bienvenidos a este mundo- dijeron todos a coro después de pronunciar los nombres de sus dioses.
-Gracias, Elegidos- respondieron los dioses con una sincronización perfecta,
sus voces eran indescriptible, voces terribles y hermosas, viejas y sabias, eternas.- Habéis sido convocados en el Claro Sagrado para conocer el paradero de las Armas del Destino. Será revelado ahora.
De repente el suelo comenzó a temblar, los Elegidos se removieron inquietos en sus asientos.
Una especie de mesas de piedra comenzaron a salir delante de los Elegidos:














-¿Qué extraño lenguaje es este?- se extrañó Glomli.
-Es el Idioma Antiguo- le explicó Kalzur tímidamente.
-Veo que eres un Elfo culto- le dijo amablemente Eminzidriel.
-Gr… Gracias- tartamudeó Kalzur.
-¿Y qué hemos de hacer?- preguntó Shadak-Uhr, hasta él, ante la presencia de los dioses, había perdido su seguridad habitual.
-Tenéis que encontrar las armas y liderar la Batalla Final contra los Hezshrak- le respondieron los dioses- No os podemos ayudar más. Adiós, Elegidos.
Dicho esto, hubo un estallido de luz y los fuegos fatuos y el rayo de luna desparecieron. Las estatuas se quedaron inmóviles.
Pasó un largo rato antes de que nadie se moviera de su asiento, ya que cada uno pensaba en la tarea que debían llevar a cabo. La Tierra de Cernandul dependía de ellos.
-Bien, pongámonos a traducir el Idioma Antiguo- dijo Shadak-Uhr despertando a todos de su ensoñación.

Introducción: La Reunión de las Razas

La batalla era inminente. Los Hezshrak se acercaban a la puerta norte, mortíferos.
La gran muralla de Rumaë se alzaba desafiante ante las hordas de Hezshrak, criaturas de otro continente.
La ciudad, un cúmulo de viviendas, aparecía recortada en el horizonte, frente a las hordas invasoras. Sus tejados en pico, los ventanales, y las iglesias observaban la escena que se desarrollaba fuera, a las puertas. La piedra que formaba la muralla era lo único que les separaba de la destrucción.
En las murallas escuadrones de arqueros estaban repartidos equitativamente, había soldados atareados en proveer a todos los escuadrones de flechas, en las puertas grupos de soldados armados con lanzas y espadas enfundadas.
Por dentro la ciudad, que hace unos días había sido un hervidero de gente ya que se celebraba una importante feria, estaba ahora vacía, las empedradas calles, ordenadas según los niveles de riqueza, se hallaban ahora desiertas.
-Señor, no podremos contenerlos- dijo un teniente
-Si toman Rumaë, los Hezshrak podrán tomar Fronteriza, hemos de resistir hasta que lleguen los refuerzos de Izandriel.- explicó Romdrin.
-Señor, es imposible que lleguen, los Hezshrak también los atacan a ellos- replicó el teniente.
-Los enanos están con ellos, algo insólito- se ganó un coro de carcajadas, pues era sabido que Elfos y Enanos no se llevaban excesivamente bien- además, ¿Qué otra cosa podemos hacer, sino resistir en Rumaë?
-Retirarnos a Rembdrant y Bodrag- sugirió un soldado
-Están muy poco fortificadas para resistir un asedio.- dijo Romdrin- Concentraos en esta batalla. No hay vuelta atrás.

Izindriel y Glomli se afanaban en llevar troncos para atrancar la puerta.
La bella ciudad de los Puertos de Oro estaba atareada con los preparativos de la guerra, las bonitas casas hechas con árboles élficos adaptados con magia para formar casas y los edificios principales de oro y plata estaban llenos de provisiones y armas para un posible asedio, los soldados corrían de un lado para otro atareados en cumplir las órdenes de sus superiores. Los rematados en punta de los edificios destellaban, y la plata refulgía.
-Bueno, me voy a las murallas con los demás arqueros, Glomli- dijo Izindriel con voz preocupada por su amigo.
Izindriel y Glomli se habían hecho muy amigos desde la llegada de los enanos a los Puertos de Oro para resistir el desembarque de los Hezshrak.
-No te preocupes por mí, un puñado de Hezshrak no podrán con un enano furioso
-¿Furioso?-rió Izindriel
-Si, por estar rodeado de Elfos
Esto provocó más risas de Izindriel, que subió a la muralla.
-Soldados, debéis disparar a los Hezshrak que llevan los artefactos de asedio. ¿Entendido?
-Perfectamente- respondieron los soldados.
Los arqueros hicieron los últimos preparativos y se pusieron en posición de tiro.
-Apunten…
Los arcos se tensaron.
-¡Fuego!

Mientras, en el reino de los Humanos...
Las flechas volaban por todas partes, el sonido de las espadas y los gritos de dolor lo inundaban todo.
Romdrin seguía disparando, pronto se le acabarían las flechas y tendría que ir a las puertas a luchar.
-¡Tienen arietes mágicos!- la noticia dejó abrumado a Romdrin, de repente todo le sonaba distante
“No podremos aguantar, las Tierras de Celdriander están perdidas” pensó Romdrin
-¡Salid de la muralla!- el sonido llegó distante, y cuando Romdrin miró al cielo y vio la piedra de catapulta acercándose intentó apartarse, pero no fue lo suficientemente rápido para precipitarse abajo.

Izindriel preparó su última flecha, apuntó con cuidado y disparó. Un Hezshrak cayó abatido con una flecha clavada en la cabeza.
Izindriel sacó su espada élfica y corrió a las puertas a reunirse con Glomli.
Cuando bajaba las escaleras se oyó un gran estruendo y vio trozos de puerta volando por los aires.
“Han destruido la puerta, no se si resistiremos” pensó Izindriel consternada.
Vio a Glomli repartiendo hachazos entre los Hezshrak, corrió hacia él, pero un Hezshrak se interpuso en su camino. Realizó una finta y le atacó por el lado izquierdo, el Hezshrak paró el mandoble y girando en redondo lanzó un ataque por el flanco izquierdo de Izindriel, ésta lo paró y realizo un amago de atacar por arriba, el Hezshrak alzó su espada y entonces Izindriel le atravesó el corazón.
Observó que Glomli se hallaba en apuros y corrió hacia él, pero un Hezshrak con un gran mandoble le saltó encima, Izindriel alzó la espada para defenderse, pero el Hezshrak se la partió y el mandoble le alcanzó la pierna.
Con un grito Izindriel cayó al suelo. Glomli había visto con impotencia la caída de su amiga.
-Izindriel. ¡No!- gritó Glomli, y empezó a abrirse paso, pero supo que no llegaría a tiempo.
El Hezshrak comenzó a alzar el mandoble para matar a Izindriel, de repente, abrió mucho los ojos y una punta de flecha le asomó por la frente. Cayó hacia un lado e Izindriel vio a su amigo Kalzur con el arco en la mano.
Él corrió hacia ella y le dijo:
-Hay que largarse de aquí.
En ese momento llego Glomli gritando:
-Izindriel gracias a Throrniel que estás viva. Gracias…
-Kalzur.
-De nada, pero ahora hay que irse de aquí.
-Tienes razón, la ciudad no es segura,- añadió Kalzur usaré un hechizo de teletransportación al Bosque de la Unión (Ya que esos hechizos eran los más rápidos dada la magia del lugar, pero nadie se atrevía a usarlos.)
-¿Estás loco? Ese bosque es sagrado.
-Es, una creencia o Izindriel- urgió Glomli
-Está bien…- aceptó Glomgli.
Y juntos marcharon hacia el Bosque de La Unión

En Rumaë...
Romdrin despertó entre las rocas y contempló el agujero hecho en la muralla con rabia e impotencia, vio las huestes de Hezshrak acercándose al boquete.
-¡Aquí queda un Hombre en pie bastardos!- gritó furiosamente Romdrin.
Recogió su espada del suelo y se plantó en medio de los escombros de la muralla.
Los Hezshrak echaron a correr, furiosos hacia él.
-¡Por Rogonar!- rugió Romdrin.
Dos Hezshrak que venían primeros cayeron abatidos al instante, pues tal era la furia de Romdrin que partió sus espadas, y así siguió, hasta que los Hezshrak se apartaron. Romdrin, rodeado de cadáveres, gritó:
-¡Cobardes, no huyáis!
Se iba a lanzar hacia delante cuando algo le impidió moverse, de repente, todo quedó en silenció, un Hezshrak más grande que los demás se acercó hasta Romdrin.
-¿Este Hombre ha sido el que ha hecho todo esto?- preguntó con una voz abismal, y soltó una gran carcajada.
Movió la mano bruscamente hacia la izquierda y Romdrin salió disparado contra la pared.
Aturdido, Romdrin se puso en pie trabajosamente y se lanzó hacia su nuevo enemigo, que lo volvió a lanzar contra la pared.
No podía volver a levantarse.
-Ya me encargaré de ti más tarde.- dijo el gran Hezshrak- Ahora he de ocuparme de los Orcos.
Y se lanzó con los demás Hezshrak hacia la derecha. Antes de desmayarse, Romdrin vio un ejército de Orcos bajando por la colina.
Despertó con el estruendo del metal entrechocando y las flechas silbando.
Herido, moribundo, y sin saber que hacer, usó el amuleto que su padre le había entregado al ser niño y que le habían dicho que usara si alguna vez estaba en peligro y apareció en el Bosque de la Unión.

En el Bosque de la Unión, dos amigos avanzaban a través de él...
Shulliandlir y Shadak-Uhr avanzaban por el Bosque de La Unión hacia el centro.
-¿Estás seguro de que es por aquí Shadak?- se aseguró Shilliendlir.
-Ese oráculo es de fiar- respondió tranquilizadoramente Shadak-Uhr.
-¿Y estás seguro de que hoy es el día del Encuentro de las Razas?
-Tan seguro de que tu y yo somos dos de los elegidos.
-Confiaré en ti…
Glomli y Kalzur avanzaban tan rápido como podían con el camastro improvisado que transportaba a Izindriel.
De improviso, Izindriel empezó a delirar.
-Esa flecha debía estar envenenada con veneno de las Tierras del Mal- maldijo Kalzur
-¿Conoces la procedencia de los Hezshrak?- se impresionó Glomli
-Estudié sobre ellas en la Biblioteca de la Sabiduría de Guildriel.
Seguían corriendo cuando llegaron a un claro, se detuvieron impresionados.
En el claro había un pedestal en el que estaban los dioses de cada raza mirando cada uno hacia un asiento de piedra que había enfrente de ellos.
-La Profecía… Somos los Elegidos…- murmuró absorto Kalzur.
-¿Qué?- preguntó Glomli que no había escuchado bien.
-Nada, hablaba conmigo mismo- respondió Kalzur- Ahora lo importante es curar a Izindriel, luego te lo explicaré. Soy mago, creo que podré extraer el veneno, pero necesito tu ayuda.
-Dime que he de hacer- dijo Glomli, sintiendo cada vez más respeto por su nuevo amigo.

Romdrin corría trastabillando por el Bosque, alguna Fuerza muy poderosa lo impulsaba a seguir adelante, estaba al limite de sus fuerzas cuando llegó a un claro y vio a un Elfo afanado en curar a una Elfa tendida en una camilla hecha con palos, avanzó un poco mas y descubrió que conocía a esa Elfa
-¡Izindriel!- exclamó Romdrin antes de caer desfallecido otra vez.

Shulliandlir, que iba delante, se detuvo frente unos arbustos y alzó una mano para que Shadak-Uhr se detuviera.
-Es aquí- dijo en voz baja Shulliandlir.
-Vaya vaya.- rió Shadak-Uhr- Parece que los demás ya han llegado.



L.L.V

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