Capitulo 16: El último reino

martes, 25 de mayo de 2010

Un enano con aspecto hosco estaba apoyado contra el marco del túnel. Al verlos acercarse dijo amenazadoramente:
-Aquí no se os ha perdido nada.
-“No nos esconderemos como ratas”-recitó Glomli recordando la contraseña que les había dicho el posadero.
El rostro del enano paso a ser de amabilidad.
-Pasad por aquí, aún queda mucho trabajo.
Al entrar en el túnel vieron que unos metros más allá una gran mole de rocas lo taponaba. Los guiaron a través de un orificio que había en la izquierda y que quedaba disimulado por la oscuridad.
Tras avanzar unos diez minutos, bajo el constante ruído del metal contra la roca, llegaron a una zona donde unos veinte enanos y algún humano picaban las rocas que obstruían el túnel. Varios llevaban armas y cotas de malla. Al verlos entrar se llevaron la mano a la empuñadura de sus hachas, pero el enano que había guiado a Romdrin y Glomli hasta allí los tranquilizó con un gesto de la mano.
-Bueno, compañeros- dijo en voz bastante alta para hacerse oír por encima del estruendo de los picos y las palas.- Quiero presentaros a Glomli y Romdrin, que han decidido unirse a nuestra causa.
Todos alzaron los picos y gritaron unas palabras de bienvenida, luego siguieron su trabajo.
Glomli se acercó al que los había guiado hasta allí y le dijo mientras asía a Thror:
-Diles que se pongan detrás de mí.
El enano lo miró desconcertado, pero asintió
-Así descansarán un rato. ¡Venid todos aquí!
Todos dejaron sus picos y se situaron donde les dijeron, sin dejar de murmurar.
Glomli se situó en el extremo del túnel, cerró los ojos, se concentró y lanzó un golpe con Thror a las piedras.
Se escuchó un crujido como el que hacen dos piedras al chocar y, súbitamente, las piedras que obstruían el paso se esfumaron.
-Ya podemos pasar- dijo Glomli satisfecho.



Después de una semana construyeron el carromato.
-No es una obra de arte, ni de lejos- opinó uno de los enanos- pero servirá.
Siguieron por el frondoso bosque que tenía muchos hongos y árboles muy verdes, que dejaban filtrarse de vez en cuando pequeños rayos de sol.
El musgo y las rocas abundaban mucho, y todo estaba cubierto por una mullida capa de hierba.
-Es precioso- comentó Izindriel.
Al ser Elfa, los Enanos se habían mostrado hoscos con ella en un principio, pero pronto descubrieron que los viejos odios no iban con ella.
Salieron por la parte norte del bosque cinco días después.
-Nosotros nos dirigimos hacia Thraban.- les recordó un Enano- Os invitamos a venir, es una maravilla arquitectónica.
-Lo siento,- rechazó amablemente Shadak-Uhr- pero tenemos que resolver unos asuntos muy urgentes en Bhor.
-Allí casi no queda nada, desde que cerraron el túnel- informó una Enana.- Pero si debéis hacer algo allí, id.
Se despidieron y Izindriel, Shulliandlir y Shadak-Uhr pusieron rumbo a Bhor.
-¿Cómo creéis que les irá a nuestros amigos?- preguntó alegremente Izindriel.
-Seguro que bien.- respondió con una sonrisa Shadak-Uhr

-Después de hacer una gran proeza, el héroe no puede descansar, que va. Debe caminar al frente de un ejército. ¿Por qué?
-Ya lo sabes Glomli, debemos darnos prisa- respondió Romdrin ocultando su sonrisa.
Solo un día después de que Glomli abriera el túnel ya se habían puesto en marcha hacia Rogonar y en estos momentos se encontraban atravesando el túnel. Los rebeldes habían comprendido que se encontraban ante dos de los Elegidos y se habían postrado ante ellos. Romdrin dijo que seguirían a su jefe, y al día siguiente un ejército de mil Enanos- cifra considerable, teniendo en cuenta que eran rebeldes- se encontraba marchando a través del túnel de Bhor. Tuvieron que hacer cinco pausas para atravesar el túnel. Los Enanos no dejaban de bromear y reírse, aunque también se insultaban a veces. La mayor parte de las bromas consistían en especular sobre la cara que se le quedaría al rey cuando descubriera que el túnel había sido abierto. Cuando salieron por el otro lado, escucharon gritos de alarma:
-¡Emboscada!
De ambos lados de la salida del túnel comenzaron a surgir Hezshrak. También aparecieron por las calles de Bhor del Norte y se lanzaron contra la retaguardia del ejército Enano.
-Glomli, saben que estamos aquí- le dijo Romdrin mientras desenvainaba su espada.- Prepárate.
Glomli preparó a Thror y dijo:
-Déjalos venir.
Espadas y hachas y martillos chocaron estruendosamente. Los Hezshrak conocían la posición exacta de los Elegidos, por lo que pronto ellos y un grupo de veinte Enanos quedaron aislados del ejército, rodeados por Hezshrak.
-Tenemos…- Romdrin se agachó para esquivar un ataque y atravesó el pecho de su enemigo.-…que seguir adelante.- Paró un ataque interponiendo su espada entre su cuerpo y la espada enemiga, y empujó con esta a su enemigo, haciéndolo trastabillar y caer, donde fue ensartado.- ¡Todos conmigo!
Los que se encontraban de cara al ejército comenzaron a pelear con más saña y comenzaron a ganar terreno.
-¡No os paréis!- gritó Glomli mientras usaba magia para crear una piedra que aplasto a varios enemigos.- ¡Avanzad en bloque!
Todo parecía ir bien, ya casi habían alcanzado al resto de Enanos, pero entonces una flecha mató a un Enano de la retaguardia de la avanzadilla, y las cosas comenzaron a torcerse. Uno tras uno, los últimos de la tropa fueron cayendo.
Entonces, en una colina apareció un grupo de jinetes Humanos. Su líder exclamó:
-¡Jinetes de Remun! ¡Cabalgad!
Se lanzaron con las lanzas en ristre contra los Hezshrak. Eran solo un centenar, pero bastaron, ya que cogieron a los enemigos por la espalda y desprevenidos.
Romdrin alzó la espada y gritó:
-¡Rogonar!
Entonces solo pudo detener el mandoble de su enemigo antes de que este le diera una patada en el estómago, haciéndolo doblarse de dolor y después le diera con la empuñadura de la espada en la cabeza, desmayándolo. Glomli no llegó a tiempo para ocupar el puesto de su amigo, por lo que los Hezshrak penetraron en el interior del escuadrón y mataron a todos excepto a Romdrin y a Glomli, a quienes cogieron prisioneros.
Los hombres de Remun y los Enanos ganaron la batalla, pero no pudieron impedir que los Hezshrak huyeran llevándose a los Elegidos.
-Han partido sin nosotros…- comentó Shadak-Uhr ligeramente irritado.
-Era una buena oportunidad- le recordó Izindriel.
-Ya, ya… Pero ahora tendremos que localizarlos- respondió el Orco.
Se encontraban en el túnel de Bhor. Cinco días antes habían llegado a la posada y allí el tabernero los había puesto al día sobre las actividades de sus amigos y la posibilidad de supervivientes en Remun.
-Al fin la salida- suspiró Izindriel- Odio estar bajo tierra.
Al llegar la luz del sol los cegó. Shulliandlir fue el primero en adaptarse al cambio, e inmediatamente se puso alerta.
-¿Qué pasa?- le preguntó Shadak-Uhr alarmado.
-Aquí ha habido una batalla- respondió.
Y, en cuanto Izindriel y Shadak-Uhr pudieron ver, vieron armas esparcidas por el suelo y piras en las que ardían los cadáveres.
-Espero que no hayan sufrido muchas bajas- dijo Shulliandlir.
Avanzaron cautelosamente por el campo de batalla, con las armas siempre a mano hacia el rastro de montones de pisadas, que comprobaron que era de Enanos, por su tamaño.
-Fijaos, hay huellas de Humanos,- observó Shulliandlir- entonces debe de ser cierto lo de Remun.
-Si, también hay de caballos, y los Enanos no suelen montar.- añadió Izindriel.
-Bueno, sigámosles.- propuso Shadak-Uhr.
-Espera- dijo Izindriel- Lanzaré una de las flechas de Amanriel.
Cargó el arco, apuntó alto y disparó.
Se tambaleó unos segundos y luego se recuperó.
-Están a medio día de viaje aproximadamente, y son bastantes.- informó.
-Pues adelante.

¿Cuál es tu personaje favorito?