Los Elegidos cabalgaban desesperadamente. Sólo podían detenerse cada dos días para dormir, ya que los Hezshrak paraban ese tiempo.
-Ya que no tienen otro lugar por el que escapar, los Hezshrak tendrán que cruzar el desfiladero que lleva al reino de los Enanos.- comentó Romdrin en uno de los descansos.
-Allí les daremos caza- aseguró Cairlin- No podrán escapar.
Luego todos se retiraron a descansar mientras Shulliandlir hacía guardia.
A la mañana siguiente continuaron con su desesperada carrera. Cada día se encontraban más cerca de la frontera y sus esperanzas crecían con cada paso que daban.
Pero cuando se encontraban a unas horas del desfiladero las cosas se complicaron.
Llegaron sigilosos. Romdrin apenas tuvo tiempo de desenvainar su espada para rechazar a uno de ellos. Rápidamente gritó para despertar a sus amigos.
-¡Lobos Hezshrak!
Sabía esto porque aparecía el escudo Hezshrak sobre las corazas que llevaban.
Mientras sus amigos se despabilaban, Romdrin mantuvo a raya a diez lobos con su espada.
Tras unos segundos, todos se colocaron alrededor de Shadak-Uhr, que aún no se hallaba en condiciones para pelear.
Varios certeros flechazos de Izindriel, el poder del teletransporte de la daga de Shulliandlir y unos cuantos hachazos y espadazos por parte de Romdrin, Cairlin y Glomli fueron suficientes para ahuyentar a los lobos.
Se hallaban en un lugar del terreno que estaba seco, rodeados de pantano y matojos. Los cadáveres de varios lobos se encontraban esparcidos por el suelo. Los Elegidos, jadeantes, guardaron sus armas.
-¿Por qué habrán enviado lobos, sabiendo que podemos acabar con ellos fácilmente?- preguntó Glomli extrañado.
Romdrin, dándose cuenta de algo fue corriendo al lugar donde estaban los caballos y regresó muy alterado.
-Izindriel, lanza una flecha con Amanriel.- pidió éste.
Hizo lo que le dijo y al cabo de unos segundos explicó lo que había visto:
-Qué raro. Los Hezshrak que nos persiguen han aumentado su ritmo al máximo, no podrán aguantar así mucho más.
-No piensan hacerlo- informó Romdrin.- Los lobos han matado a nuestros caballos.
Todos se miraron sin saber qué hacer.
-No podemos quedarnos aquí parados- dijo Glomli enérgicamente- Hay que reanudar la marcha. Seguiremos a pie. Si conseguimos cruzar el desfiladero, mis hermanos nos ayudarán.
Los Elegidos corrían por entre los barrizales. La imponente figura del Desfiladero se alzaba sobre ellos. Dos gigantes montañas con una profunda grieta en el centro formaban el paso que comunicaba los dos reinos. Era bastante angosto, dado su altura.
Los Elegidos vieron en la lejanía a los Hezshrak que perseguían.
-Así que han decidido cruzar.- dijo Shadak-Uhr, al que llevaban en un camastro.
-Debemos apresurarnos, o los perderemos y nos cogerán- urgió Romdrin.
El paisaje seguía siendo igual de desértico, con árboles muertos, tierra árida…
Pero los Elegidos seguían corriendo incansablemente. Algunos pájaros revoloteaban en la cima del desfiladero.
Al volver la vista atrás veían cada vez más cerca a los Hezshrak, que con sus caballos no tardarían en darles alcance.
-Son demasiados, una treintena calculo- dijo Izindriel.- Si nos alcanzan no habrá nada que hacer.
-¿Qué tal estás, Shadak?- preguntó Shulliandlir al Orco.
Éste había insistido en ir a pie y ahora corría junto a ellos, pero se notaba que no estaba recuperado, ni mucho menos.
Siguieron corriendo durante una hora, en la que sus esperanzas fueron decayendo, ya que los Hezshrak que huían estaban cada vez más lejos y los que los perseguían les pisaban los talones. Izindriel disparó una flecha a uno que se acercó demasiado y éste cayó abatido. Desde entonces los Hezshrak sacaron sus escudos y se mostraron más precavidos, aunque no detuvieron su avance.
-Sigue insistiendo Izindriel- apremió Shulliandlir mientras la ayudaba con su arco.
Cada vez había más indicios de que no lo iban a conseguir.
Habían conseguido derribar un caballo, pero las buenas armaduras que estos llevaban les impidieron abatir más.
-Es imposible- dijo Romdrin.- Por mucho que corramos no podemos vencer a unos caballos.
-Tienes razón…- murmuró Cairlin pensativo- Tienes razón…
A partir de ese momento se quedo muy callado, y tenía cara de preocupación.
Tras unos minutos de carrera Cairlin pareció tomar una decisión.
-Elegidos…- comenzó, había lágrimas en sus ojos.- Ha sido un honor estar junto a vosotros, luchar codo con codo. Y ahora ha llegado el momento de ayudaros por última vez. Necesitáis tiempo, y yo puedo otorgároslo.
Sus manos se habían ido cargando de magia mientras hablaba.
-Cairlin… ¡Cairlin NO!- gritó Romdrin, pero ya era demasiado tarde.
El soldado desenvainó su espada, colocó su escudo en posición y se encaró con los Hezshrak.
-¡Cumplid la profecía!- fue lo que dijo.- ¡No hagáis que mi sacrificio y el de todos los que han luchado por vosotros sea en vano!
Y, con un rugido atronador se lanzó hacia los Hezshrak.
Allí fue donde Cairlin, el soldado de la resistencia, cayó defendiendo a los Elegidos. Dejo tan diezmados y malheridos a sus enemigos antes de morir que estos tuvieron que dar media vuelta. Su nombre fue recordado y el grito de guerra en numerosas batallas.
Capítulo 14: El Héroe
lunes, 1 de febrero de 2010
Publicado por L.L.V en 21:13
Etiquetas: Las Tierras de Celdriander
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1 comentarios:
Siento que sea tan corto, pero quería dedicar el capítulo a... bueno, ya lo leerás.
Saludos
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