Capítulo 15: Divide y vencerás

martes, 6 de abril de 2010

Era de noche. Habían llegado a Throien. El paisaje había cambiado bruscamente. Los pantanos se convirtieron en cerros con hierba y rocas. En el horizonte se avistaban numerosas montañas rocosas. Los árboles escaseaban, pero ellos habían hecho alto a los pies de un grupo de árboles, para resguardarse un poco. En la lejanía divisaban el fuego de sus enemigos.
Nadie decía nada. La muerte de Cairlin pesaba sobre ellos. Por fin, Izindriel habló:
-¿Cuántos más?- había lágrimas en sus ojos.- ¿Cuántos más tienen que morir por nosotros?
-Menos de los que morirán si fracasamos- respondió Romdrin.- Es un alto precio el que estamos pagando.
-No podemos quedarnos a llorar nuestras penas- dijo Shadak-Uhr.- Sé que es duro, pero hemos de continuar. Por él.
-Shadak tiene razón- afirmó Shulliandlir.- Tenemos que pensar. Nuestros enemigos se dirigen al este, probablemente para intentar regresar a Omendal. Pero no podemos perder tiempo yendo hacia el este, dado que Thror se encuentra en el oeste.
-Estoy de acuerdo.- apoyó Glomli.- Podríamos ir Romdrin y yo hacia el oeste. Necesitareis las flechas de Izindriel y la habilidad de rastreo de Shulliandlir.
Todos asintieron, desganados. A ninguno le hacía gracia separarse después de lo que acababa de ocurrir.
A la mañana siguiente se repartieron las provisiones y se despidieron amargamente.
-Recordad, la Posada Mestiza en Bhor del Sur.- insistió Glomli.
Entonces cada grupo siguió su camino.

-Creo que en dos semanas estaremos en la posada, quizás antes que ellos- Izindriel charlaba tranquilamente con Shadak-Uhr.- Aunque hemos perdido el rastro.
-Tenlo por seguro- respondió Romdrin.- Shulliandlir y éramos mercenarios, estamos acostumbrados a…
En ese momento Shulliandlir se tiró al suelo y comenzó a hacerles gestos con la mano para que se tumbaran como él. Después realizó una seña que significaba que le siguieran y comenzó a arrastrarse silenciosamente hasta unos arbustos. Cuando llevaban unos minutos allí escondidos aparecieron diez Hezshrak por el camino. Todos presentaban heridas de todo tipo, pero todas producidas por una espada. Shulliandlir desenvainó una daga pero cuando se iba a lanzar a por ellos Shadak-Uhr lo asió por el hombro.
-No, ellos nos guiarán hasta los demás.
Asintiendo, Shulliandlir guardó la daga.
-Ahí está la marca de Cairlin- susurró tristemente refiriéndose a los cortes de los Hezshrak.- Parece que estos ya se han repuesto lo suficiente.

Les llevó cinco días llegar a Thraban. Romdrin se quedó impresionado mientras Glomli sacaba pecho orgulloso.
-¿Preciosa, eh?
La gran ciudad-montaña de Thraban se alzaba ante ellos. Una muralla en espiral ascendía por la escarpada ladera hasta llegar a la cima, donde se erigía la cara esculpida del dios Throrniel. Por donde no se encontraba la muralla, numerosos salientes tallados por los Enanos en forma de ventanas sobresalían de las rocas. Había una gran puerta por la que entraba el río. Por encima de éste desfilaba un puente que tenía rampas a ambos lados de las aguas para que la gente pudiera subir y entrar a la ciudad. El puente terminaba en la calle de piedra de la ciudad, que estaba atravesada por el río, que discurría por un cauce artificial. De vez en cuando había pequeños puentes para cruzarlo.
-Todas las calles están surcadas por el río- explicó Glomli.
-¿Y cómo se cierran las puertas?- preguntó Romdrin.
-Si te fijas, verás que donde termina el puente para acceder a la ciudad hay dos portones, que se cierran dejando el viaducto fuera.
Entraron en la ciudad, todo en ella estaba construido de piedra, y Romdrin comprobó, asombrado, que la montaña estaba completamente hueca por dentro. Mientras paseaban recibió una interesante lección sobre arquitectura enana por parte de Glomli.
Le explicó que las ventanas que habían visto desde el exterior servían para renovar el aire de la ciudad y, mediante un sistema de espejos, hacían entrar la luz en el interior de Thraban.
-¿Qué lugar deberíamos visitar?- preguntó Romdrin.
-La Plaza Mayor, sin duda- respondió Glomli- Es el mejor sitio para empezar a buscar el Arma.
Llegaron a la Plaza Mayor, donde había multitud de puestos de comercio en los que los Enanos vendían sus valiosos trabajos de herrería a los soldados y campesinos que se acercaban hasta allí. En el centro de la plaza había una escultura, también de piedra, que representaba un atril y un libro abierto encima.
Al ver que Romdrin miraba interesado hacia allí, Glomli se apresuró a explicarle:
-Ese libro contiene un acertijo que mucha gente ha intentado resolver, pero nunca nadie lo ha conseguido.
-Podría ser la clave para encontrar a Thror.- aventuró Romdrin.
-Ahora que lo mencionas, me parece recordar que dice algo sobre un Elegido.- dijo Glomli entusiasmado.- Acerquémonos a leerlo.
El enigma decía así:
"Cuando el sol esté en su cúspide,
Throrniel entregará su legado al Elegido a través de los ojos de Thraban."

-Ahora lo entiendo- murmuró Glomli.- La gente pensaba que con lo de Elegido se refería a algún afortunado.
-Bueno, según esto, Throrniel entregará su legado al mediodía, pero si menciona el sol, significará que éste debe estar presente, y en el interior de la ciudad solo recibe luz solar por las ventanas de piedra…- caviló Romdrin.
-¡Pues claro, los ojos de Thraban!- exclamó Glomli.
-¿A qué te refieres?- inquirió Romdrin intrigado.
-¿No lo entiendes? Los ojos de Thraban. La estatua…
Entonces Romdrin comprendió a lo que se refería Glomli.
-Tenemos que subir allí arriba al mediodía.- afirmó Romdrin.

Los siguientes días los pasaron siguiendo a los Hezshrak. Ocultos en la maleza, no podían hacer ruido, y tuvieron que comer sin fuego. Tras varios días de viaje, los Hezshrak se reunieron con los otros.
Shulliandlir, Izindriel y Glomli empezaron a pensar en un plan. Hablaban por la red de comunicación tejida por Shadak-Uhr.
-La cuestión es hacerles creer que somos muchos- explicó Shulliandlir.
-Podría invocar golems y crear espectros, que son copias incorpóreas, para que parezcan más. También hacerlo con las flechas de Izindriel.- dijo el Orco.
-Soy rápida con el arco, puedo lanzar una flecha cada cinco segundos, así mataré algunos Hezshrak y dará la impresión de que las flechas espectro son de verdad.
-Vale, entonces tú, Izindriel, puedes subirte a un árbol y disparar desde allí. Yo usaré una capa y una capucha negras, para así asustarlos, mientras los golems atacan sus flancos. Después, Shadak, tu irás detrás de mí lanzando ataques mágicos.- propuso Shulliandlir.
-Bien- respondió Shadak-Uhr- pero entonces tendremos que esperar dos días para lanzar el ataque. Invocar golems requiere una gran cantidad de energía que consume toda la mágica y un poco de la vital, así que me dejará exhausto invocar a uno solo, y encima me pedís dos.

-Adelante.
Una densa niebla comenzó a surgir alrededor del campamento Hezshrak. Por un lado del claro apareció una figura envuelta en una capa negra. Llevaba una capucha también negra. Al verle, los Hezshrak se quedaron sobrecogidos, pero uno rápidamente se repuso y desenvainando la espada, se lanzó hacia el con un grito. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Shulliandlir extrajo a Shillun de su vaina y, poniendo el filo al revés, se lo clavó en el pecho al Hezshrak antes de que éste pudiera reaccionar. Lo arrancó bruscamente de su enemigo y lo guardó mientras sacaba una espada que llevaba en el cinturón. Haciéndola girar en su mano, aguardó al siguiente Hezshrak, que no tardó en atacar. Atacó por arriba, y Shulliandlir desvió fácilmente la espada a un lado y le atravesó con la suya, desclavándola al instante. Girando una vez más la espada en su mano, se colocó en posición de ataque. Entonces reinó el caos en el campamento enemigo. Comenzaron a llover miles de flechas de entre los árboles y numerosos golems- criaturas del tamaño de un Humanos, pero hecho de pequeñas piedras- empuñando garrotes de madera irrumpieron en el claro atacando a los Hezshrak. Detrás de Shulliandlir apareció Shadak-Uhr, que comenzó a lanzar rayos a sus enemigos. Tres Hezshrak se lanzaron contra Shulliandlir, pero este ya los aguardaba. Desviando el ataque del primer enemigo, realizó un giro hasta quedar de espaldas a él y entonces lanzó un ataque como si se fuera atravesar a si mismo, pero la espada pasó por su flanco izquierdo matando al estupefacto Hezshrak. Entonces se giró y le lanzó a Shullin al siguiente Hezshrak. El Arma del Destino desapareció en el aire con un fogonazo de luz y apareció con otro clavado en el pecho del Hezshrak. Shulliandlir extrajo su espada del primer Hezshrak, que aún seguía en pie, y con ella mató al último Hezshrak, que no se esperaba esa jugada.
Tras veinte minutos de batalla, la veintena de Hezshrak fue exterminada. Uno de los dos golems murió, y Shulliandlir recibió un corte en una pierna. Esos fueron los únicos daños que recibió el bando de los Elegidos.
-Viva el factor sorpresa- dijo Shulliandlir mientras envainaba su espada.
-Viva…- murmuró Shadak-Uhr distraído.
Se dirigió a la tienda más grande y allí encontró, envuelto en una manta, a Paantrio.
Entonces lo asió.

Glomli había comprado un equipo entero de herramientas para tallar.
-Todos los Enanos aprendemos a usarlas en nuestra infancia- explicó- además, tengo el presentimiento de que las voy a necesitar.
Media hora más tarde llegaron a la cima, desde allí, la estatua de Throrniel los hacía sentirse minúsculos. Había varios guardias apostados allí, custodiando la estatua que los saludaron al pasar. Allí había un camino que rodeaba la estatua y había numerosas terrazas que se usaban para observar el paisaje y vigilar la ciudad.
-Quedan unas horas para el mediodía, ¿por qué no damos un paseo?- propuso Romdrin.
Cuando faltaban unos minutos para el mediodía, los dos se situaron enfrente de la estatua y la contemplaron. De repente, Glomli frunció el ceño.
-Mira, las pupilas de la estatua, están como desplazadas, ¿no ves los huecos que hay a un lado?
-Tienes razón- respondió Romdrin.- Quizás si las movemos nos muestren donde está Thror.
-Yo tengo las piernas y los brazos demasiado cortos para escalar bien, Romdrin- dijo Glomli- Con escalar aquella maldita pared de Shan.
Con un suspiro de resignación Romdrin comenzó a izarse agarrándose a los pliegues de la armadura de piedra de la estatua. Cuando llegó al ojo izquierdo, se apoyó en la nariz con los pies y comenzó a hacer impulso. El ojo se movió lentamente hasta alcanzar su sitio.
Abajo, Glomli hablaba con los alterados guardias intentando apaciguarlos.
Romdrin se colgó del ojo y observó que tenía un cristal a modo de pupila. Saltó para encaramarse a la nariz mientras se quejaba de la ausencia de Shulliandlir. Repitió el proceso con el otro ojo, pero al acabar los pies le resbalaron y cayó al suelo provocando un buen estruendo. Por suerte no estaba muy alto y solo le salieron un par de verdugones. Con un quejido se levantó y fue hasta Glomli.
Al llegar hasta él y los guardias se dio cuenta de que habían dejado de discutir y miraban embobados a un sitio. Romdrin se giró despacio hacia la estatua y vio asombrado lo que ocurría.
Los cristales de las pupilas de la estatua reflejaban la luz del sol hacia una gran roca que había cerca de la ciudad.
-Es allí… -murmuraba Glomli cuando Romdrin llegó junto a él.- Lleva todos estos años allí…
-Pues a qué esperamos- dijo Romdrin.

Un torrente de conocimientos se precipitó hacia Shadak-Uhr. Éste perdió el equilibrio y casi cae al suelo, pero consiguió mantenerse. Sus amigos contemplaban inquietos el proceso. A cada segundo, Shadak-Uhr se ponía peor. Al final, Shulliandlir actuó, separó a su amigo del Arma del Destino.
Con un rugido, Shadak-Uhr pronunció un hechizo que lanzó por los aires a Shulliandlir. En el momento en que cruzaron sus miradas, el Elfo Oscuro pudo comprobar que su amigo estaba lejos, luchando por recuperar el control.
Comenzó a pronunciar otro hechizo, pero paró a mitad de la frase, ya que volvió a la realidad.
Se tambaleó, pero antes de caer Izindriel lo sujetó.
-Creo que ya está bien por hoy- le dijo amablemente.- Al parecer Paantrio tiene mucha sabiduría que transmitirte, demasiada para recibirla en un solo día.
-Tienes razón… Ahora conozco un montón de hechizos que nadie sabía de su existencia- respondió Shadak-Uhr aturdido.
-Uf, ahora se lo que sienten los que se enfrentan a ti…- se quejó Shulliandlir mientras se incorporaba.
-Lo siento, yo… no sé que me pasó…- se disculpó Shadak-Uhr.
-Tranquilo- le respondió Shulliandlir- lo vi en tu mirada, no eras tú.
Pasaron los siguientes tres días viajando hasta llegar al bosque Explan. Cada noche Shadak-Uhr cogía a Paantrio durante un minuto hasta que lo separaban de él. Se volvía enfurecido hacia quién lo había separado, pero luego se controlaba.
En los lindes del bosque se encontraron una caravana de enanos que se disponían a atravesar el bosque, y se unieron a ellos.

Romdrin y Glomli galopaban lo más rápido que los caballos les permitían. Llegaron allí en menos de diez minutos. La roca se alzaba ante ellos. Se sentían insignificantes a su lado. Parecía una roca normal, en forma de lágrima, pero se notaba que no era así por el aura de poder que desprendía. Se fijaron en que la luz de los ojos del dios apuntaba a un lugar en concreto de la base, así que Glomli se dirigió allí y comenzó a excavar.
-Está cerca… lo presiento…- murmuraba mientras trabajaba.
Romdrin le ayudaba en lo que podía, apartando los escombros que iba dejando su amigo, o picando la piedra donde éste no llegaba.
Tras varias horas el pico de Glomli hizo un ruido como los que hacen dos espadas al chocar.
Esperaron a que el polvo se asentara y allí vieron la parte rectangular del filo de un martillo de guerra.
Glomli comenzó a trabajar en la roca con más énfasis, aunque también con más delicadeza.
Tras unos intensos veinte minutos Glomli dejó al descubierto el martillo en su totalidad. Sin pensárselo dos veces lo cogió por el mango.
En cuanto lo tocó el martillo despidió un brillo gris un instante, y luego despareció.
-Siempre me han gustado los martillos- comentó Glomli.
Entonces, cómo le había ocurrido a Izindriel, supo como utilizarlo.
Dio un violento golpe al suelo con Thror y unos extraños símbolos que decoraban el filo comenzaron a brillar. Entonces la roca con forma de lágrima se elevó unos metros.
Romdrin contempló embobado la escena hasta que Glomli volvió a depositar la roca en el suelo.
-Bueno, ya podemos partir- dijo Glomli, satisfecho.

Tras varios días de viaje surgió un imprevisto. Mientras cenaban, estalló una tormenta que alcanzó un árbol que estaba al lado de su campamento y éste se derrumbó encima de un carromato.
-Tenemos que ayudarles a construir otro- dijo Izindriel- Han sido muy amables con nosotros, no podemos dejarles tirados.
-Además, así tendré más tiempo para seguir recibiendo información de Paantrio.
-Esto nos retrasará unos días, pero Glomli y Romdrin pueden esperar.
Informaron de sus intenciones a los enanos, que se mostraron muy agradecidos, y se pusieron a trabajar.

Tras cinco días de viaje llegaron a Bhor del Sur al anochecer. Era otra ciudad montaña como Thraban, solo que esta no estaba completamente metida en la montaña, ya que la excavación era para comunicar los reinos de Throien y Rogonar. Las casa estaban hechas de piedra, aunque también se podían ver casas de construcción humana, que mezclaban piedra- no tan bien tallada como las de los enanos- y madera. Las calles no estaban tan bien distribuidas como en Thraban, se notaba que la ciudad crecía continuamente por la presencia humana, ya que los Enanos vivían más y las nuevas generaciones tardaban en aparecer. Buscaron la Posada Mestiza y pidieron alojamiento y cena. Era una posada agradable y, como su nombre decía, era para Humanos y Enanos. La puerta era lo suficientemente alta para permitir pasar a Romdrin, y había mesas bajas y altas, al igual que las sillas. La barra tenía una mitad más elevada que la otra, y los taburetes estaban adaptados a cada altura. Según les explicó el posadero, lo mismo pasaba con las habitaciones, aunque también las había mixtas, que fue lo que ellos eligieron.
La cena fue abundante y rica. Tras entablar conversación con el posadero, un enano alegre- todo lo alegre que puede ser un enano-, surgió el tema del túnel.
-¿No os habéis enterado?- preguntó el tabernero incrédulo- El túnel ha sido derribado.
-¿Por qué?- preguntó Glomli alterado.
-La gente tiene miedo de los Hezshrak, así que el rey ha decidido cerrarlo. ¿Tenéis algún interés en cruzarlo?
-Nos dirigimos a Rogonar a combatir- explicó Romdrin.
El Enano se rió y dijo:
-Pues haber con quién, ya no quedan más que un puñado de soldados Humanos refugiados en los bosques, aunque se rumorea que la ciudad de Remun sigue en pie.
Se puso repentinamente serio y, tras asegurarse de que nadie escuchaba, les susurró al oído:
-Existe un grupo de desertores Enanos que pretenden ir a Rogonar a pelear. Están abriendo un camino en el túnel. No les vendría mal ayuda. Por suerte tienen un gran estratega como jefe, tienen posibilidades.
Glomli y Romdrin cruzaron una mirada.
-No podemos perder esta oportunidad- dijo Romdrin. Luego le dijo al posadero.- Mañana nos marchamos, pero… ¿Podría decirle a un grupo formado por un Elfo Oscuro, un Orco y una Elfa que hemos partido hacia allí?
Al Enano no le hizo mucha gracia oír que dos Elfos iban a venir a su posada, pero como eran amigos de los dos nuevos rebeldes, no le dio importancia.
-Por supuesto.
-Bien, ahora si nos disculpa, nos retiramos a descansar- dijo Romdrin.- Mañana nos espera un día de trabajo.

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