Capítulo 8: Orundlur

domingo, 6 de septiembre de 2009

-Antes de nada –explicaba Shadak-Uhr- debes saber a donde nos dirigimos, probablemente no quieras venir.
-Os acompañaría hasta el fin del mundo- informó Cairlin decidido.
-Nos dirigimos a Orundlur, la Ciudad Maldita.- le dijo Shulliandlir.
Cairlin le miró con los ojos desorbitados, pero en seguida se recuperó y respondió:
-Como os he dicho, os acompañaré hasta el fin del mundo.
-Tienes un noble corazón- admiró Izindriel.
Se encontraban caminando por el pantanoso reino de los Orcos. El camino que seguían estaba abandonado ya que se dirigía a Orundlur, la Ciudad Maldita. Hacía mucho tiempo, en los tiempos de guerra entre el Pacto y la Alianza, se había librado una cruenta batalla por defender esa ciudad. Se habían empleado todas las trampas y artes oscuras conocidas en ese momento, por eso los dioses decidieron castigar a los altos cargos que allí pelearon rodeando la ciudad de árboles – cada uno era uno de los muertos de la batalla- malditos, donde las almas pululaban por ese bosque. Los generales quedaron encerrados en la ciudad hasta volverse locos. Se dice que sus almas continúan allí buscando la forma de salir.
El camino por el que transitaban estaba lleno de maleza que iban eliminando con sus Armas. Árboles retorcidos estaban a los lados del camino, y parecía que tenían brazos que intentaban atrapar a los caminantes que se aventuraban allí.
Izindriel les había explicado a sus amigos las mágicas propiedades de su carcaj y su flecha transparente, así que decidieron usar la flecha para ver el camino que tenían que atravesar en el bosque.
Ella se preparó para usar el poder de Amanriel. Cargó la flecha transparente, que empezó a relucir con una luz blanca sobrenatural. Apunto alto y disparó, fue como si abandonara su cuerpo, de repente, se encontró volando por encima del bosque. Miró hacia abajo y vio un camino que estaba un poco más a la izquierda de donde ellos se encontraban. Miró al bosque y no vio ningún peligro, si no árboles retorcidos como los que había en el camino, sin embargo emanaban un poder maligno. Ella, la flecha, continuó su trayectoria y llegó a una ciudad rodeada de una muralla derruida, las casas llenas de enredaderas y una torre que se erguía imponente en el centro de la cuidad, comprobó impresionada que era arquitectura orca, así que debían de haber tallado una montaña entera.
“Tanto trabajo para que fuera corrompido por las ansias del poder” pensó Izindriel descorazonada.
Vio que se iba a estrellar contra la muralla y cerró los ojos, pero como no sentía ningún impacto los abrió y se encontró de nuevo en su cuerpo, aún sostenía el arco en las manos. Sus amigos la miraban preocupados, ella los tranquilizó con una sonrisa y explicó:
-Un poco más al oeste hay un camino que atraviesa el bosque, no he visto ningún peligro, pero sentía un maligno poder proveniente de los árboles.
-Esto no pinta bien- dijo Romdrin.- En fin, no tenemos otra opción, adelante.
Encabezados por Cairlin, todos se encaminaron al lugar que había señalado Izindriel. No tardaron en descubrir el camino.
Con ayuda de sus armas, quitaron la maleza para dejar al descubierto un camino que serpenteaba entre los árboles. Comenzaron a avanzar. El bosque era tenebroso, todos se apretaban unos contra otros asustados por el mal que surgía de la espesura, hasta en el aire se respiraba la malignidad.
Cuando llevaban la mitad del recorrido ocurrió algo que nadie se esperaba, de un árbol, comenzó a salir una luz que se proyectaba hacia el camino, en esa luz se empezó a distinguir una figura que fue tomando forma hasta dar lugar a un esqueleto armado con escudo y espada. Giró su cráneo hacia ellos y dijo:
-Osáis penetrar en el bosque de la Ciudad Maldita, si queréis seguir con vida, dad la vuelta inmediatamente o preparaos para uniros a nosotros en la protección de la Ciudad Maldita, para toda la eternidad.
Más esqueletos comenzaron a salir de los árboles.
Todos desenfundaron las armas rápidamente y se posicionaron para la inminente lucha.
-Escuchad- dijo Romdrin- Cairlin y yo os cubriremos, vosotros corred hacia la ciudad. ¿Cairlin, estas conmigo?
El guerrero asintió, concentrado en sus oponentes. Los árboles casi no les dejaban espacio de maniobra. Todos juntos lanzaron un fiero ataque a los que les cortaban el camino hacia la ciudad, eliminaron a todos los que se interponían y Shulliandlir, Shadak-Uhr e Izindriel comenzaron a correr hacia allí mientras Romdrin y Cairlin se interponían entre sus amigos y los esqueletos.
El primero que se acercaba se desintegró gracias a una flecha lanzada por Izindriel, todos comprendieron que las Armas del Destino los destruían.
Romdrin decapitó a uno que intentó atravesarle con un sable curvo. El cuerpo se desplomó despojado de su poder maligno, al menos podían eliminar a sus enemigos, pensó esperanzado.
Cairlin se batía contra dos de los esqueletos. Romdrin contempló horrorizado como más esqueletos salían de los árboles y amenazaban con rodearles. Recordó que Izindriel había dicho que el camino desembocaba en un agujero que había en la derruida muralla.
-¡Cairlin –gritó Romdrin- Hemos de ir retrocediendo hasta la muralla, o nos rodearan!
-Vale, correremos un poco y no enfrentaremos a ellos de nuevo, y así sucesivamente- le respondió Cairlin mientras que un rápido movimiento de su brazo partía a la mitad a un esqueleto.
Los dos salieron corriendo tras sus compañeros, que ya les llevaban una considerable ventaja, éstos iban matando a los esqueletos que se interponían en su camino sin detenerse.
Tras avanzar unos cuantos metros se giraron de nuevo y comenzaron a luchar fieramente contra los esqueletos. Romdrin fintó hacía el lado derecho y partió a su enemigo por desde el lado izquierdo, seguidamente se impulsó con una roca que había a un lado del camino y saltó con la espada por encima de la cabeza sobre otro oponente partiéndole el cráneo. Mientras, Cairlin paró con el escudo la acometida de un esqueleto y contraatacó lanzando una potente estocada que su enemigo paró con su espada, pero Cairlin atizó con su escudo en la cabeza al esqueleto matándolo. Colgándose el escudo en la espalda recogió la espada de su enemigo caído y se enfrentó a su siguiente rival lanzándole una serie de estocadas que su enemigo detenía a duras penas hasta que una le cercenó el brazo en el que sostenía un escudo y entonces no pudo parar las mortíferas espadas de Cairlin.
Siguieron así un rato más y luego corrieron otro centenar de metros.
Cuando ya avistaban la muralla se encontraron con una desagradable sorpresa, un grupo de esqueletos les cortaban el camino hacia la Ciudad Maldita mientras que sus perseguidores se acercaban. Cairlin y Romdrin frenaron en seco y se pusieron espalda contra espalda mientras las huestes de espectros avanzaban pausadamente, armas en ristre, hacia ellos.
-No creo que salgamos de esta,- le dijo Romdrin a Cairlin- a sido un placer luchar al lado de un diestro guerrero como tú.
-Para mí ha sido un honor defender a un Elegido.
Los dos gritaron el nombre de su reino natal.
-¡Rogonar!
Cuando todo parecía perdido, una onda de energía mágica barrió a los esqueletos que les cortaban el paso hacia la muralla. Donde ellos habían estado hace unos segundos se encontraba la silueta de un Elfo Oscuro: Shulliandlir.
-Bombas mágicas- explicó apresuradamente Shulliandlir- fabricadas por Shadak-Uhr, tardan días en prepararse dado su gran consumo de magia. No hay tiempo para más explicaciones. Apresuraos.
Romdrin y Cairlin abatieron a algunos esqueletos antes de salir corriendo en pos de su salvador, que se había lanzado en una carrera hacia la muralla. Los tres se giraron al llegar al boquete dispuestos a enfrentarse al grupo de esqueletos cuando comprobaron asombrados que estos se retiraban de vuelta a los bosques.

Después de separarse de Shulliandlir, que había sacado un extraño objeto de sus bolsas que solo Shadak-Uhr sabía lo que era, Izindriel, Glomli y Shadak-Uhr avanzaban silenciosamente por las desoladas calles de Orundlur en busca de algún indicio que pudiera indicarles la situación del Arma del Destino de Shadak-Uhr. Ya habían explorado la mitad de la ciudad, que no era muy grande, cuando llegaron al centro de la ciudad, allí se erigía la gran torre mencionada por Izindriel.
-¿Estáis preparados? –preguntó Shadak-Uhr- No sabemos lo que podemos encontraron ahí dentro.
Izindriel y Glomli asintieron desconfiados aunque decididos. Una escalinata conducía a una puerta que se encontraba cerca de donde ellos se encontraban. Se acercaron cautelosamente, estaba entornada. Cruzando una mirada de complicidad, Shadak-Uhr abrió la puerta.
Entraron en una gran estancia circular, montañas de oro se alzaban por todas partes, columnas talladas en piedra sostenían el techo, las paredes estaban cubiertas por tapices que antaño habrían sido preciosos, pero que ahora se encontraban deshilachados y polvorientos.
Entre tantas riquezas se alzaban ocho tronos lujosamente hechos al fondo de la estancia, sobre cada uno de ellos descansaba el esqueleto de un Humano o un Enano. Todos ellos estaban vestidos con majestuosos ropajes y algunos llevaban coronas propias de reyes.
-Estos deben ser los generales de los que habla la leyenda- murmuró Glomli mientras avanzaban cautelosamente por la sala.
Sucedió algo que no esperaban.
Las cabezas de los esqueletos se movieron a la vez enfocando sus vacías cuencas hacia ellos y dijeron con voz espectral:
-En efecto Enano. Y parece que por fin podremos salir de aquí. Apresadlos.
Montones de esqueletos armados comenzaron a salir de los lugares más recónditos de la cámara.

Cairlin, Romdrin y Shulliandlir avanzaban por la ciudad cautelosamente, echando nerviosas miradas hacia atrás por si volvían sus perseguidores. Las derruidas paredes de las casas permitían saber que la ciudad llevaba mucho tiempo en desuso, ya que la arquitectura orca es difícil de destruir.
Avanzaban lo más rápido que podían, ya que también debían apresurarse para encontrar a sus amigos. No era muy difícil pasar inadvertido, ya que las calles estaban llenas de escombros. Pero por muy sigilosos que fueran, su presencia ya era sabida por los moradores de la torre. Tras hacer casi el mismo recorrido que sus amigos, los compañeros llegaron a la torre. Se quedaron en el umbral contemplando maravillados la imponente mole de la torre.
Tras cruzar una mirada, entraron.
Tuvieron un caluroso recibimiento, varios esqueletos les atacaron si casi darles tiempo a desenfundar las armas. Comenzaron a defenderse con la fuerza que otorga la desesperación. Gracias a la estrechez de la puerta, los enemigos no podían rodearles. Aguantaron estoicamente hasta que un esqueleto consiguió golpear con la empuñadura de su espada la cabeza de Cairlin, que cayó inconsciente. Shulliandlir y Romdrin no tuvieron más remedio que tirar las armas. Rápidamente, fueron despojados del resto de sus armas y atados. Ocho esqueletos ricamente vestidos se acercaron a ellos y dijeron:
-Llevarlos con el resto.
Shulliandlir y Romdrin fueron conducidos a un lugar de la sala seguidos por dos esqueletos que portaban a su inconsciente amigo. Allí se encontraron asombrados con el resto de los Elegidos
Desde su posición, los Elegidos escucharon a sus captores hablar:
-Preparadlo todo, estos vivos nos guiarán a través del bosque y podremos ser libres de nuevo.
Todos, impactados por el mal que estaban a punto de liberar, comenzaron a trazar un plan.

5 comentarios:

L.L.V dijo...

Este capítulo supongo que te pasará igual que el otro :S, ya que lo hice con unas pocas ganas más, pero no muchas. En fin.
Saludos

Anónimo dijo...

Hola Lois, esta vez te equivocaste! Me gustó mucho más que el otro, incluso puedo decirte que se ha cumplido lo que predije en mi anterior comentario: estás mejorando, y mucho. Me gustó como ambientaste las escenas, ahora no parece como si todo se sucediera demasiado pronto. Claro, hay errores de repetición y a veces te apuras, confundiendo las acciones; pero eso te va a pasar por un largo tiempo hasta que le agarres más la mano, y aún si llegas a ser un súper escritor consagrado, puede que cometas esos errores (sólo que los arreglarás inmediatamente). Así que sigue así, mejor aún si te volvieron las ganas! Saludos... Lore_92

L.L.V dijo...

¡Gracias! Y yo que pensaba que no te iba a gustar... Bueno, me alegro de no haber cometido un error grave :D. Bueno, ahora ya procuro describir los lugares cada vez que cambien un poco y meterme en la piel de los personajes para que la gente sepa lo que piensan. Ahora estoy intentando hacer funcionar un viejo portátil que me regalaron porque estaba muy viejo y haber si lo consigo, porque así podré escribir en otros sitios.
Saludos

L.L.V dijo...

Ey, vi que comentaste en el foro de mi amigo, es un amigo de mi pueblo que, siguiendo mi ejemplo, comenzó a escribir :D. Me alegro de que le comentes. :))

Anónimo dijo...

Hola, Lois, espero que hayas empezado las clases de buena forma y te esté yendo bien en lo poco que va del curso... era sólo eso, un saludo y un deseo de suerte... Nos escribiremos nuevamente cuando presentes otro capítulo... que espero que sea pronto... Lorena_92

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