El ejército de Enanos y Humanos tomó posiciones frente a Rumaë rápidamente. Formaron un sólido bloque en una zona con unos pocos árboles, para no ser un blanco fácil. No rodearon la ciudad porque no eran suficientes. El campamento pronto estuvo instalado y a las pocos minutos avistaron a los Hezshrak de las murallas dar la voz de alarma.
-Deberíamos instalar tiendas de campaña alrededor de la ciudad, y poner vigías para que piensen que somos más- propuso Shulliandlir.
-¡Gran idea!- le respondió un estratega Enano.
Se hallaban reunidos entorno a una mesa en la tienda de campaña de los oficiales del ejército. En la mesa había un mapa detallado de la ciudad y sus alrededores.
-No podemos hacer nada hasta que aparezca el Ejército Blanco, pero podemos empezar a preparar la estrategia.- comentó un Humano- Creo que esta zona de la muralla…
-No servirá de nada.- cortó Shadak-Uhr- Pronto se darán cuenta de nuestra inferioridad y la situación desesperada en la que nos encontramos y atacarán. Debemos preparar una defensa.
-¿Y qué proponéis?- preguntó Izindriel.
-Evitar el contacto físico lo máximo posible- explicó un Humano- Debemos preparar trampas y situar arqueros en posición. La lucha cuerpo a cuerpo deberá ser nuestro último recurso.
-Que ironía- dijo Shulliandlir mientras esbozaba una sonrisa siniestra- Establecemos un asedio y nos preparamos para ser asediados.
Al final se colocaron murallas de madera improvisadas, se cavaron fosos y se colocaron trampas mágicas. Antes y después de la muralla se colocaron varios troncos de madera alineados para formar escudos; esparcidos por todo el campo como cobertura para las tropas.
También se instalaron campamentos fantasma alrededor de toda la ciudad y se establecieron vigías en cada uno de ellos.
Se construyeron plataformas en los árboles para los arqueros.
Comenzaron por el cuartel principal y después por los falsos.
Shadak-Uhr y el resto de magos establecieron una red de defensas mágicas.
-Ahora solo queda esperar- dijo Shadak-Uhr sin apartar la vista de Rumaë.
El tramo del río de la leyenda era una curva donde las turbulentas aguas se movían con rapidez y furia. La orilla estaba mojada por el constante chapoteo del agua. Unos escasos árboles se aventuraban a vivir al lado del río.
-Romdrin, es muy profundo. ¿Estás seguro?- pregunto Glomli.
-Soy el Elegido, debo conseguirlo- respondió.
Y antes de cambiar de opinión se lanzó al río.
Las aguas lo engulleron y sintió un entumecimiento al tomar contacto con el río, que estaba frío como el hielo. Las corrientes amenazaron con llevárselo, pero lucho contra la corriente y comenzó a descender.
Al poco rato las corrientes cesaron y todo quedó en calma.
Romdrin seguía bajando pero no veía nada, y cuando estaba a punto de darse la vuelta vio un destello en el fondo, un reflejo de algo metálico.
Comprobó que si iba hasta allá no tendría aire suficiente para volver superando las corrientes, pero decidió arriesgarse.
Siguió descendiendo, un pitido insoportable comenzó a adueñarse de su oído.
Una brazada más, sintió como la cabeza iba a reventarle.
Vio la empuñadura de la espada, semienterrada en el lecho del río, solo una brazada más.
Entonces estiró la mano y cogió a Elendal.
Le pareció escuchar una voz en su cabeza que decía: “La profecía está casi completa”, pero tenía cosas más importantes de las que preocuparse.
Descubrió el gran poder de la espada y lo usó. La espada comenzó a brillar con luz propia y todo se ralentizo, todo menos él.
Nado sin esfuerzo hasta la superficie, pero comprobó que cuanto más mantenía el poder de la espada en activo, la cabeza comenzaba a dolerle cada vez más.
Cogió aire ruidosamente y levantó la espada.
Todos gritaron de júbilo, y entonces la flecha envenenada salió disparada hacia Romdrin.
Shadak-Uhr fue despertado por los gritos de ira y dolor, los que caracterizan una batalla. Se levantó y salió de la tienda, el infierno estaba ante él.
El campo de batalla estaba sembrado de cuerpos, las flechas llovían por doquier y el sonido del metal contra metal se escuchaba por todo el lugar.
Shadak-Uhr se encontró con Izindriel, que estaba tan desconcertada como él.
-¿Qué esta ocurriendo?- le preguntó.
-No lo sé- respondió él.- Mira, allí está Shulliandlir.
Shulliandlir estaba aguardando a un Hezshrak de tamaño descomunal que se dirigía hacia el corriendo.
El Elfo Oscuro aguardaba sin moverse al enemigo, pero sus manos comenzaron a cargarse con la magia de batalla. Cuando este levantó su hacha y la descargó sobre él, una racha de viento se llevo su cuerpo, que se transformó en arena un segundo antes de que el arma se abatiese sobre él.
Shulliandlir se materializó a la espalda del Hezshrak con Shillun en alto y la clavó en la espalda de su enemigo. Otro oponente se dirigía hacia él. Lanzó el Arma del Destino, que desapareció en el aire y apareció en la garganta de su enemigo. Un tercer Hezshrak se dirigía hacia él.
Shulliandlir corrió hacia éste desarmado y, tras esquivar una estocada mortal, saltó apoyándose en el hombro del Hezshrak y levantó la otra mano cómo si tuviese un arma. En el último momento Shillun apareció con un fogonazo de luz en su mano y se la clavó al Hezshrak en el cuello. Aterrizó con un ágil movimiento y llegó hasta sus amigos.
-Es un grupo de reconocimiento Hezshrak- explicó rápidamente.- Son pocos, aunque nos han cogido por sorpresa. Ya saben que somos pocos, en breves lanzarán un ataque definitivo. Todo se ha acabado.
Los últimos Hezshrak caían abatidos.
Los lanceros del ejército Humano se encontraban en primera fila formando una herradura. Detrás estaban los guerreros Enanos con hacha y los espadas Humanos, en las últimas filas, los arqueros y magos preparaban hechizos y flechas, protegidos por una línea de Enanos que llevaban unos escudos enormes, con una pequeña daga para situaciones extremas.
Cerdriander se quedó en silencio, el mundo aguardaba expectante.
Las respiraciones de los soldados se escuchaban en medio del silencio sobrenatural.
Los portones de Rumaë se abrieron lentamente. Los Hezshrak salieron corriendo hacia ellos sin formación aparente, pero comprobaron como se dirigían al punto más débil de su formación, el centro.
-¡Aguantad!- gritó el comandante de los Enanos.
Los Hezshrak estaban cada vez más cerca.
-¡Aguantad!
Los lanceros se posicionaron bien en el suelo y agarraron sus lanzas con más fuerza.
-¡Aguantad!
Los primeros Hezshrak impactaron con el centro de la formación, pero los lanceros resistieron.
-¡Un poco más!
Entonces la mayoría de los Hezshrak se entraron en el centro de la herradura.
-¡AHORA!
La cerradura se cerró sobre los enemigos, encerrándolos.
Los Enanos con hacha y los espadas que se encontraban a los lados de los lanceros ocuparon los flancos y los arqueros comenzaron a disparar a los que no habían caído en la trampa.
La lucha dio comienzo. Al principio, los Hezshrak se sorprendieron por la trampa, y los que se encontraban en la retaguardia comenzaron a caer, hostigados por los Enanos, pero pronto se repusieron y se reagruparon formando un rectángulo. Los Enanos comenzaron a caer.
Mientras tanto, en los flancos los soldados con hacha aguantaban a los que no habían entrado en el centro de la herradura.
Entonces, los Hezshrak abrieron un hueco en el círculo Enano y comenzaron a salir. Una lluvia de flechas cayó sobre ellos matando a muchos y desperdigando al resto, pero se reagruparon y cargaron contra los Enanos, que no estaban preparados. Resistieron la embestida, pero no sin sufrir numerosas bajas. A partir de ese momento, la estrategia dio paso a la pelea, las formaciones se rompieron y comenzaron a formarse escaramuzas.
Tras media hora de batalla, los Hezshrak cayeron, aunque apenas quedaban lanceros Enanos, y un grupo de Hezshrak consiguió llegar asta los escudos y los arqueros y magos, entre los que se encontraban Shadak-Uhr y Izindriel. Mataron a casi todos los escudos y a muchos arqueros, pero los soldados con hacha llegaron para evitar más pérdidas, aunque el daño estaba hecho.
Los Elegidos se reunieron. Shadak-Uhr e Izindriel estaban intactos, pero Shulliandlir había recibido una estocada en el hombro, aunque había detenido la hemorragia y llevaba una venda. Shadak-Uhr se apresuró a curarlo con magia.
-Algo va mal- dijo Shulliandlir, mientras movía el hombro para comprobar que estaba bien- Ha sido demasiado fácil.
Entonces sus sospechas se confirmaron. Mientras los Enanos y Humanos socorrían a los heridos y se hallaban desperdigados por el campo de batalla, una segunda oleada de Hezshrak salió de Rumaë. Los soldados que estaban cerca del campamento se reagruparon como pudieron. Los demás comenzaron a correr hacia el grupo. Aunque todos se reagrupasen, no podrían aguantar la embestida.
-¡Soldados, este es el fin!- gritó Shadak-Uhr- ¡Pero antes de abandonar Cerdriander, me llevaré a unos cuantos Hezshrak por delante!
Todos les respaldaron y, mientras esperaban su muerte, algo mágico ocurrió.
Una persona apareció por detrás del ejército y se lanzó hacia los enemigos el solo. Portaba una extraordinaria espada.
-¡Es Romdrin!- exclamó Izindriel- ¡Tiene a Elendal!
Romdrin cargó contra una veintena de enemigos el solo. Cuando llegó hasta ellos todos comprobaron como todo sucedía a cámara lenta, todo menos lo que hacía Romdrin.
Los Hezshrak comenzaron a caer bajo su nueva espada, sin poder defenderse debido al poder de ralentizar el tiempo de Elendal. Mientras, con la otra mano, Romdrin usaba la magia de fuego para lanzar una llamarada continua contra otros Hezshrak.
Cuando el efecto de la espada se acabó, Romdrin había acabado con los veinte Hezshrak.
Entonces el Ejército Blanco apareció por detrás del campamento y se lanzó contra la oleada enemiga.
-¡Han llegado los refuerzos!- gritó Shulliandlir al ejército Enano y Humano.
Entonces todos se lanzaron a la batalla.
Capítulo 18: Elendal
domingo, 19 de diciembre de 2010
Publicado por L.L.V en 17:22 0 comentarios
Etiquetas: Las Tierras de Celdriander
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