Capítulo 10: Unir fuerzas

miércoles, 7 de octubre de 2009

-¿Qué ha sido eso?
-No lo sé. Yebrod, comprueba que esté despejado.
-Bien.
-No hace falta que lo compruebes, Humano.
-¡Elfos Oscuros! ¿Habéis venido a acompañarnos hasta Shimmiel?
-No, estúpido Humano, no queremos forasteros en nuestras tierras. Acabad con ellos.
-Turmiel, ¡a las armas!

Cairlin despertó sobresaltado. Confuso, comenzó a recordar el sueño que pugnaba por olvidarse. Se dio cuenta de lo que había visto y rápidamente comenzó a gritar:
-¡Elegidos, Yebrod, Turmiel y los refugiados están en peligro! ¡Levantaos!
Todos salieron de sus tiendas alarmados aún restregándose los ojos pero con las armas en la mano.
-Rápido, recoged todo, hay que ir a ayudarles- insistió Cairlin.
-¿Pero qué…?-preguntaba Glomli adormilado.
-He tenido un sueño. En el aparecían Elfos Oscuros atacando a los refugiados.- explicó apresuradamente Cairlin mientras recogía sus cosas.
-¡Pero eso no tiene sentido!,- saltó Shulliandlir indignado- mis hermanos nunca harían algo así.
-Por favor, tenéis que creerme- rogó Cairlin.
-Confío en él, vamos, recoged vuestras cosas- dijo Izindriel.
Tras diez minutos se pusieron en marcha. Corrían todo lo que podían. Cairlin encabezaba el grupo.
El paisaje comenzó a cambiar. Pasaron de los pantanos a un terreno boscoso y lleno de montañas rocosas con muchas cuevas. Había, a intervalos, extensas praderas. Los bosques tenían numerosos claros, y a uno de esos era hacia donde los guiaba Cairlin.
Tras media hora corriendo sin descanso, llegaron a un claro de un bosque donde los peores presagios de Cairlin se confirmaron.
El resto se quedó petrificado al ver la escena que se desarrollaba ante ellos.
En un claro más o menos circular, rodeado de árboles, excepto por dos sitios, que era por donde venía y continuaba el serpenteante camino por donde ellos habían venido, los Elfos Oscuros lo habían elegido para tenderles una emboscada al grupo de refugiados de Yebrod y Turmiel.
Muchos refugiados habían caído sin poder defenderse, mientras que otros, junto con los escoltas, peleaban desesperadamente contra los Elfos Oscuros. Algunos guardias también habían muerto.
Pero ellos no eran los únicos con bajas, varios Elfos Oscuros se habían desplomado sin vida sobre el ensangrentado suelo.
Cairlin no lo dudó, se descolgó el escudo de la espalda, desenfundó su espada y se lanzó en defensa de los refugiados.
Tras mirarse los unos a los otros, los Elegidos desenvainaron y se lanzaron a la carga.
Romdrin se enfrentó a un oponente que portaba dos espadas, con una de ellas con el filo hacia atrás- el estilo preferido de los Elfos Oscuros- que comenzó a lanzarle una serie de estocadas certeras y rápidas hasta que cometió un error pensando que iba a ganar lanzó un ataque que Romdrin pudo esquivar sin necesidad de su espada apartándose a un lado. Esto dejó a su enemigo desequilibrado y a su merced, rápidamente Romdrin acabó con él.
Glomli saltó poderosamente delante de un Elfo Oscuro armado con un escudo y una espada. Éste le atacó con un mandoble directo al pecho que Glomli interceptó con su hacha desviando la espada de su oponente hacia un lado. Atacó con un hachazo que el Elfo Oscuro paró con su escudo. Glomli le dio con la punta del mango de su hacha en la barriga haciendo que se encogiera de dolor. Entonces le hundió el hacha en la espalda.
Cairlin ya había acabado con dos oponentes cuando sucedió algo que paralizó la lucha.
De la espesura salió un grupo de Hezshrak que parecía escoltar a uno en concreto. Éstos se quedaron tan impresionados como ellos al encontrarlos luchando.
Izindriel dijo:
-¡No podemos consentir que escapen! ¡Unamos fuerzas!
Nadie la contradijo. Ambos bandos, Elegidos y Elfos Oscuros lanzaron un ataque combinado contra los Hezshrak, que había formado un semicírculo protegiendo al Hezshrak que escoltaban. Todos se percataron de ello.
Comenzó la pelea.
Cairlin paró un mandoble levantando su escudo y, girando sobre si mismo, lanzó un ataque giratorio que su enemigo esquivó saltando hacia atrás. El Hezshrak contraatacó alzando su espada por encima de la cabeza con las dos manos y descargando un ataque directamente a la cabeza de Cairlin, que hizo una maniobra muy arriesgada. Se lanzó rodando hacia delante desconcertando a su oponente y levantándose a un palmo de él y atravesándole con su espada.
Mientras, Shadak-Uhr buscaba algún mago cuando dos Hezshrak le atacaron. El Elegido pronunció un hechizo
-¡Yiaraeh Zuk!
Rayos de energía mágica brotaron de sus dedos matando a sus tres oponentes. Al ver esta demostración de magia, un mago Hezshrak se adelantó y se encaró con Shadak-Uhr.
Shadak-Uhr comprobó que su enemigo poseía un gran poder.
El Hezshrak alzó las manos por encima de la cabeza y comenzó a gritar palabras mágicas. Sus manos desparecieron bajo una luz blanca que las rodeaba. Apuntó con ellas a Shadak-Uhr y pronunció el hechizo.
Un gigante haz de luz blanca se lanzó hacia el Orco, que gritó extendiendo una mano ante él:
-¡Isaha Nhir!
Cuando el torrente mágico llegó hasta él, un círculo azul rodeaba al mago Orco protegiéndolo del mortífero torrente. Cuando éste se extinguió, Shadak-Uhr sonrió desdeñosamente al Hezshrak, que comprobó que en la mano que Shadak-Uhr no había utilizado había una bola negra con rayos amarillos rodeándola.
Extendiendo la mano, la bola salió disparada hacia su enemigo que no tuvo tiempo de preparar un contrahechizo y cayó con una mirada perpleja en los ojos.
Shulliandlir se internó en la espesura del bosque sin ser visto para reaparecer detrás de sus enemigos. Silenciosamente, extrajo dos dagas de sus vainas y, sosteniendo cada una en una mano, se acercó sigilosamente a los Hezshrak más cercanos al protegido, que parecía portar un fardo.
Dos cayeron bajo el mortífero acero de sus dagas. El otro, al ver lo que ocurría, salió corriendo. Cuando Shulliandlir se disponía a perseguirle, varios Hezshrak se abalanzaron sobre él obligándole a defenderse y detener su persecución.
Izindriel se había colocado en una posición desde la que podía apreciar todo el campo de batalla y, después de lanzar la flecha transparente para comprobar que ningún otro grupo de Hezshrak andaba por los bosques comenzó a disparar certeras flechas contra los Hezshrak. Vio lo que intentaba hacer Shulliandlir y, al ver que no lo conseguía cargó cuidadosamente Amanriel y disparó una certera saeta dorada que se clavó en la espalda del Hezshrak protegido.
Al comprobar que éste caía, los Hezshrak intentaron huir en desbandada, algunos lo consiguieron, pero otros murieron a manos de los Elfos Oscuros, de los Elegidos o de los refugiados.
-Dado que tenemos que perseguir a esos Hezshrak os dejaremos en paz- explicó un Elfo Oscuro de corto pelo negro.- Os aconsejamos que dejéis Llimin inmediatamente, no queremos forasteros en nuestro reino.
Antes de que nadie pudiera responder, los Elfos Oscuros desaparecieron en la vegetación del bosque.
Todos se pusieron a buscar supervivientes. Cairlin inspeccionaba unos refugiados que parecían estar muertos cuando se encontró con el cuerpo de Yebrod. Rápidamente se agachó junto a él y comprobó que aún respiraba, pero saltaba a la vista que la herida que tenía era mortal.
El moribundo abrió los ojos y se encontró con los de Cairlin mirándolo con unos ojos llorosos.
-Amigo…- Yebrod hablaba con dificultad, como si cada palabra fuera como levantar una montaña con las manos.- Tranquilo, sabías… que ocurriría. Voy a morir como siempre deseé, combatiendo.
Cairlin era casi incapaz de hablar a causa de la emoción.
-No, no puedes dejarnos- dijo sollozando.
Lanzando un cansado suspiro, Yebrod respondió:
-Me ha llegado la hora de descansar. Ese Hezshrak era condenadamente diestro. En fin. Adiós Cairlin, algún día volveremos a vernos.
Los ojos de Yebrod se cerraron para siempre y en su cara se reflejó una expresión de eterno descanso. Cairlin musitaba:
-No… no puede ser… Yebrod…
Comenzó a llorar unas amargas lágrimas. Yebrod, Tumriel y él siempre habían salido victoriosos de sus hazañas.
Juró venganza.
Turmiel llegó hasta él al verle agachado junto al cuerpo de un caído se acercó a él y, al comprobar que el caído era su amigo, retrocedió con vacilantes pasos sin podérselo creer. Luego calló de rodillas y se llevó las manos a la cara.
Más tarde los Elegidos se dieron cuenta de lo que había ocurrido se sintieron profundamente apenados y nadie se atrevió a decir nada.
Shulliandlir se acercó al Hezshrak que sus compañeros defendían con tanto empeño y vio que portaba una bolsa. En ella encontró un libro titulado: Magia para el campo de batalla.
Lo abrió y comprobó asombrado que lo que el libro contenía podía ayudarlos en muchas batallas: un estilo de magia que era muy fácil de usar, solo tenías que recibir un hechizo de un mago que desatara el poder. Se acercó a Shadak-Uhr y se lo enseñó.
-Nunca había visto nada parecido- murmuró el mago.- Aquí está el hechizo que debo formular para que la podáis usar.
Apuntó con la palma de su mano hacia Shulliandlir y dijo:
-¡Naharaeh Isalum Dlur!
Una pequeña esfera de energía brotó de su mano y se introdujo en el pecho de Shulliandlir.
-Según el libro a los Elfos Oscuros les resulta más fácil invocar el viento. Debes concentrarte y pensar en él.
Shulliandlir cerró los ojos y se concentró en lo que su amigo le decía. De repente unas bolitas blancas que dejaban un destello negro a su paso comenzaron a ascender por sus manos girando en espiral alrededor de ellas hasta alcanzar la muñeca de Shulliandlir recubriendo sus manos de la energía negra que desprendían las bolitas. El Elfo Oscuro abrió los ojos y miró asombrado sus manos.
-Ahora pone que debes pensar de que forma quieres canalizar el viento.-explicó Shadak-Uhr, que tampoco terminaba de creer lo que ocurría.- Prueba a lanzar una bola de viento contra ese árbol.
Shulliandlir comenzó a pensar en lo que su amigo le había ordenado y, sin saber muy bien lo que hacía, extendió las manos hacia delante como si quisiera formar una bola.
La energía que tenía en sus manos rellenó el hueco que había dejado entre sus manos creando una bola que salió disparada contra el árbol partiéndolo a la mitad.
El resto, que había permanecido ajeno a lo ocurrido se giraron alarmados y vieron a Shulliandlir con los brazos aún extendidos hacia árbol partido.
-Has… ¡Has hecho magia!- exclamó Romdrin.
-Pronto todos podréis- informó Shadak-Uhr.- Éste libro, que era lo que protegían los Hezshrak, explica como la gente no-maga puede hacer magia.
Procedió a explicarles lo que le había explicado a Shulliandlir.
-Para los Humanos, es más fácil invocar el poder del fuego, para los Elfos, el del agua, para los Elfos Oscuros, el viento, y para los Enanos, la roca.- terminó de explicar Shadak-Uhr- Ahora probaremos si todos sois capaces de usar vuestro poder.
Formuló el conjuro de liberación a cada uno de ellos y se prepararon para hacer las pruebas.
Glomli se situó delante de un árbol y se concentró como anteriormente había hecho Shulliandlir. De nuevo ocurrió el fenómeno que había envuelto las manos del Elfo Oscuro, sólo que esta vez era de color gris.
Glomli pensó en una gran roca y estiró los brazos hacia arriba. Pequeñas piedras comenzaron a elevarse por encima de sus brazos hasta formar una gran roca que, al apuntar Glomli con sus brazos al árbol, salió disparada hacia allí destrozando tres o cuatro.
Tras el impacto inicial, todos comenzaron a aplaudir riendo.
Glomli esbozó una sonrisa de suficiencia y se fue caminando altivamente cediendo el turno a Romdrin.
Se colocó delante de un árbol y se concentró, las bolitas comenzaron a ascender por sus brazos dejando un destello rojo. Cuando estuvo listo, extendió los brazos con las palmas hacia arriba y dos llamaradas brotaron de sus manos y se lanzaron contra el árbol.
Varios árboles comenzaron a arder y todos se alarmaron. Izindriel reaccionó recordando que ella era la que mejor controlaba el poder del agua.
Cargó sus manos como todos lo habían hecho y apuntó con ellas encima de los árboles que ardían. Una lluvia incesante comenzó a caer sobre los árboles hasta extinguir el incendio. Todos suspiraron aliviados.
Cairlin lanzó una bola de fuego contra un árbol y el incendio fue rápidamente apagado por la Elfa.
-Realizar un hechizo cansa un poco, por eso no se debe abusar de ellos mucho- explicó Shadak-Uhr.- A parte de los elementos que os he dicho, hay uno que os resultará tan fácil de usar como estos, el de la energía. Con el tiempo aprenderéis a usar todos lo elementos cada uno de vosotros. Esto es lo que dice el libro.
Nunca había visto un tipo de magia así, supongo que por eso los Hezshrak pretendían hacerse con ella...

Acamparon en el claro y todos estuvieron hasta bien entrada la noche practicando con el nuevo poder adquirido. Con el poder de Cairlin encendieron el fuego y Shulliandlir e Izindriel lo apagaron con los suyos provocando la risa de todos.
Shadak-Uhr les explicó que también podían crear una explosión mágica, pero que requería más tiempo y energía que el resto de hechizos.
Pasaron una noche sin incidentes.

Al día siguiente, tras un rápido desayuno se pusieron de nuevo en marcha hacia Shall, pero cambiando la ruta, porque como se encontraban cerca de Shimmiel decidieron pasar por la ciudad para reponer provisiones.
En el viaje vieron varias patrullas de Elfos Oscuros armadas y varios exploradores. Cuando ya estaban cerca de las puertas de la ciudad un grupo de soldados se les acercó para interrogarles:
-¿Por qué os dirigís a Shimmiel?- preguntó un soldado.
-Necesitamos alojamiento para una noche y provisiones- respondió Romdrin.
-Os acompañaremos hasta la ciudad- informó un soldado- no conviene que caminéis sin protección por Llimin.
Comenzaron a andar escoltados por los soldados.
-¿A qué viene todo esto?- inquirió Shadak-Uhr.
-Nos preparamos para lo peor, Neldun podría atacar en cualquier momento.- respondió un soldado.
-¿Qué tenéis que temer de Neldun?- preguntó Shulliandlir.
-¿No os habéis enterado?- preguntó a su vez otro soldado- Neldun y sus seguidores se han levantado en armas contra el rey ya que no quieren que gente de otras razas se refugie en Llimin. Estamos preocupados porque podría atacar en cualquier momento. Muchos de los nuestros se han puesto de su parte y ha formado un poderoso ejército.
-Pues ya lo ha hecho- dijo Cairlin.- Ayer fuimos atacados por un grupo de Elfos Oscuros que dijo que no querían forasteros en Llimin. Conseguimos rechazarlos.
Cairlin omitió lo del ataque Hezshrak ya que habían acordado que de momento guardaría el secreto de la magia de batalla para que no cayera en malas manos.
-Una guerra interna… ¿¡Es qué se han vuelto locos!?- estalló Romdrin.- ¡En vez de centrar sus fuerzas en defenderse de los Hezshrak las dirigen contra sus hermanos!
Todos permanecieron en silencio totalmente de acuerdo con Romdrin.
-¿Y dices que se ha puesto al mando de un ejército?- preguntó Shulliandlir.
-Exacto, y han controlado las ciudades Shan y Shullen, y creemos que pretender atacar Shemil.
-Bien,- dijo Shulliandlir dirigiéndose a sus amigos- creo que hay una forma de acabar con esto. Según la tradición, el que mate al rey o, en este caso, cabecilla podrá quedarse con sus posesiones así que, si conseguimos matar a Neldul, lideraremos su ejército y acabaremos con esta guerra.
-¿Dónde tiene Neldul su base?- inquirió Romdrin dirigiéndose a los soldados.
-En Shan.- le respondieron.
-Pues entonces podremos intentarlo, Shan es nuestro destino.- propuso Romdrin.
-Es arriesgado, pero vale la pena intentarlo- aceptó Izindriel.
Uno tras otro, todos expresaron su conformidad.
Llegaron a Shimmiel una hora más tarde y, tras comprar provisiones se alojaron en una concurrida posada. La mayoría de clientes eran exiliados que habían conseguido llegar sin que Neldul les atacara. Durante el día que pasaron allí se enteraron de que el asedio a Shemil estaba a punto de comenzar y decidieron marchar cuanto antes para poder participar en él.

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